LA VERDAD HISTÓRICA

TLÁLOC EL DIOS DE LA LLUVIA DE SANGRE

Tláloc en la religión mexica o azteca, era el dios de la lluvia y regía fenómenos meteorológicos como los relámpagos, los truenos, el granizo o las tormentas. De la lluvia depende la germinación de las semillas y con ello la abundancia de alimento para la supervivencia. Realizar los rituales pertinentes para mantener su favor era fundamental para evitar la sequía o las inundaciones en las tierras de cultivo y precisamente realizar esos rituales era lo que costaba la vida a miles de indígenas de otras tribus, que eran capturados por los mexicas o aztecas para esos rituales, porque la religión mexica estaba basada en la sangre… en la sangre de otros pueblos.

Imagen de Tláloc

Así pues, para contentar a su dios de la lluvia y evitar la sequía, inundaciones, granizo y cualquier otro fenómeno meteorológico adverso, el calendario mexica establecía unas fechas fijas a lo largo del año que coincidía con el inicio y fin de la temporada lluviosa. El primero de los festivales sangrientos dedicados a Tláloc se celebraba en el primer mes del calendario mexica, el Atlacaualo y duraba veinte días. Durante esos 20 días se sacrificaban niños que eran adornados y llevados hasta los altares en camillas adornadas con flores y plumas, rodeados de danzantes. Al llegar al santuario de turno los sacerdotes les arrancaban el corazón; sí el niño lloraba esto era interpretado como señal de lluvias inminentes y abundantes.

La segunda época de sacrificios dedicados a Tláloc era el llamado Tozoztontli que también implicaba el sacrificio de niños. En esta veintena, los niños menores de 12 años ayunaban y se les extraía sangre de la lengua, las orejas y otras partes del cuerpo. Además, continuaban los sacrificios de niños, iniciados en la veintena anterior, y los sacerdotes se desprendían de las pieles humanas desolladas de las víctimas de los sacrificios y con las cuales se habían vestido durante 20 días. Estas pieles desolladas eran guardadas en oscuras cavernas.

La veintena de invierno, llamada Atemoztli, también estaba dedicada a Tláloc y era el período que precedía la importante estación de lluvias. Además del sacrificio de cautivos y esclavos, se hacían sacrificios de niños. De estos últimos, unos eran ahogados en la laguna, en especial en el Pantitlan, y otros en la cima de las montañas. Aparte de los sacrificios reales, se practicaban sacrificios simulados a figuras humanas realizadas con vegetales, algo que ha contribuido en la historiografía moderna a distorsionar la realidad, sirviendo al indigenismo a creer o querer creer, que no había sacrificios humanos y que todo fue una invención de los españoles para justificar la conquista.

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