HISPANOAMÉRICA

LA ISABELA; EL LUGAR DONDE NACIÓ LA HISPANIDAD

La Isabela, fundada por Cristóbal Colón en la costa norte de la isla La Española (hoy República Dominicana) el 6 de enero del año 1494, marcó un hito crucial por tratarse del primer asentamiento hispano en América. Aunque su existencia fue breve, la historia de La Isabela es una historia de esperanza, de dificultades y de un legado imborrable. Fue el primer capítulo de una nueva era, un punto de encuentro entre dos mundos que cambiaría para siempre el curso de la historia y el inicio de la Hispanidad.

Tras encontrarse con esta maravillosa isla durante su primer viaje Cristóbal Colón en 1492, los Reyes Católicos organizaron un segundo viaje, con una flota mucho mayor. Colón zarpó de Cádiz en septiembre de 1493 al mando de 17 navíos y alrededor de 1.500 hombres embarcados, entre los que se encontraban artesanos, agricultores y religiosos. La intención era clara: fundar una villa que sirviera como base permanente para la exploración, ya que la idea original era llegar a las Indias orientales para establecer una ruta comercial que pudiera llevar a Europa las especias autóctonas del lejano oriente, unos condimentos necesarios para el mantenimiento de los alimentos en una época en la que no había frigorificos, por lo que su valor en Europa estaba muy por encima del precio del oro.

Tras explorar diversas zonas de La Española, Colón eligió un lugar en la costa norte, cerca de la desembocadura del río Bajabonico, para establecer el nuevo asentamiento. El 6 de enero de 1494, se fundó oficialmente La Isabela, nombrada así en honor a la reina Isabel I de Castilla, quien junto con el rey Fernando II de Aragón, (Los Reyes Católicos), había patrocinado los viajes de Colón.

La elección del emplazamiento no fue casual. Se buscaba un lugar a orillas del mar que tuviera un buen puerto natural para facilitar la llegada de suministros y el envío de productos a España, así como un terreno que ofreciera ciertas condiciones para la agricultura y la ganadería. Sin embargo, la ubicación presentaría también importantes desafíos. La Isabela fue concebida como una villa con elementos defensivos para proteger a los colonos de posibles ataques de los nativos taínos, la etnia predominante en la isla y que ya habían matado a los marineros que habían quedado en la isla tras el primer viaje. Se construyeron murallas, torres de vigilancia y otras fortificaciones para garantizar la seguridad del asentamiento.

Además de las defensas, la ciudad contaba con diversas edificaciones, como una iglesia, la residencia del Almirante, casas destinadas a viviendas de los pobladores, almacenes destinados al almacenamiento de alimentos, herramientas y otros suministros y unos astilleros, espacio crucial para la reparación y construcción de barcos, vitales para la comunicación con España y la exploración de la zona. Así pues, La Isabela funcionó como un importante centro de actividad económica. Era puerto, astillero, aduana y almacén, centralizando el comercio entre la isla y España.

A pesar de las expectativas iniciales, La Isabela enfrentó numerosas dificultades que marcarían su corta existencia, como las enfermedades tropicales, desconocidas para los españoles que causaron numerosas bajas. La agricultura no prosperó como se esperaba, por lo que causó escasez de alimentos y el suministro de alimentos desde España era irregular. Los huracanes y otros fenómenos naturales azotaron la isla, causando daños a las construcciones y dificultando aún más la vida en la colonia. Además, aunque hubo cierta coexistencia pacífica, las tensiones entre españoles y algunas tribus locales fueron aumentando, dando lugar a enfrentamientos. Estas dificultades, sumadas a la búsqueda de mejores condiciones y la atracción de nuevas zonas con supuestas riquezas, llevaron a muchos habitantes de La Isabela a emigrar a otras partes de la isla. En 1496, apenas dos años después de su fundación, muchos de sus habitantes comenzaron a moverse a un nuevo asentamiento fundado en el sur de la isla, Nueva Isabela, que posteriormente se convertiría en Santo Domingo. Alrededor del año 1500, La Isabela fue abandonada por completo, siendo sustituida por Santo Domingo como principal centro en La Española.

Tras el despoblamiento de la villa, La Isabela quedó en el olvido durante siglos, hasta que con motivo de la celebración del IV Centenario del Descubrimiento de América en 1892, se publicaron varias noticias sobre ella y relatos de viajes a sus ruinas. A mediados del siglo XX la pequeña villa fue rescatada por un pequeño grupo de arqueologos, aunque las ruinas sufrieron graves daños por parte de cazatesoros y de intervenciones desacertadas de las administraciones públicas.

Las ruinas arqueológicas de La Isabela, declaradas Parque Nacional en 1975, son un importante patrimonio histórico y cultural. Permiten conocer cómo fue la vida de los primeros españoles en América, los desafíos que enfrentaron y las primeras relaciones con las culturas indigenas que dieron lugar a la Hispanidad. Visitar las ruinas de La Isabela es un viaje al pasado, una oportunidad para conectar con la historia, una invitación a reflexionar sobre nuestro pasado y a comprender las raíces de nuestro presente. El sitio arqueológico ofrece una visión fascinante de cómo fue la primera ciudad hispana en el Nuevo Mundo, un testimonio tangible de un momento crucial en la historia de la humanidad.

Restos de la casa de Colón
Maqueta Casa Colón, Museo Parque Nacional Histórico y Arqueológico de La Isabela
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