ARTE

BENITO PÉREZ GALDÓS

Nació el 10 de mayo de 1843 en Las Palmas de Gran Canaria, España. Fue el menor de diez hijos de Sebastián Pérez, un coronel del ejército, y Dolores Galdós. Estudió en el Instituto de San Agustín y se trasladó a Madrid en 1862 para estudiar Derecho. Benito Pérez Galdós es uno de los escritores más prolíficos y representativos del realismo en la literatura española. A lo largo de su carrera, escribió una amplia variedad de novelas, episodios históricos y obras de teatro. Sus obras abordan temas sociales, políticos y económicos de la España de su tiempo, reflejando los problemas de la sociedad.

En 1867 publicó su primera novela, La Fontana de Oro, que tuvo un gran éxito. Su obra se divide en dos grandes apartados: la novela y el teatro. Aunque escribió 23 obras de teatro, no todas tuvieron el éxito esperado. Algunas de sus obras más conocidas son El abuelo y Electra. Entre sus novelas más destacadas se encuentran: Misericordia, Doña Perfecta, Fortunata y Jacinta, Miau, Marianela y La desheredada. A través de sus personajes, Galdós ofrece una crítica profunda de la sociedad española del siglo XIX, explorando la naturaleza humana en todas sus facetas. Sus obras reflejan una profunda comprensión de las motivaciones, deseos y conflictos internos de las personas, como la ambición, la decadencia moral, la injusticia, la burocracia, la corrupción, la caridad y la dignidad humana.

Una parte fundamental de la obra de Galdós son los Episodios Nacionales, una serie de 46 novelas históricas que abarcan eventos cruciales de la historia de España durante el caótico siglo XIX, por lo que puede resultar depresivo para el lector, debido a la enorme cantidad de eventos negativos para España durante ese nefasto periodo. Además, hay que tener en cuenta que se trata de sucesos novelados. Estos episodios se dividen en cinco series que abarcan desde la batalla de Trafalgar hasta la presidencia de Canovas del Castillo, pasando por la invasión francesa, las guerras civiles carlistas, la desamortización de Mendizabal, la guerra de Marruecos y la primera república.

Benito Pérez Galdós no solo fue un destacado novelista, sino que también tuvo una carrera política activa que comenzó en el contexto de la primera república, tras el derrocamiento del reinado de Isabel II en el año 1868. Este suceso marcó el inicio de su interés por la política y su participación en debates sobre el futuro de España. En 1886, Galdós fue elegido diputado a Cortes por Guayama, Puerto Rico, representando al Partido Progresista, pese a no haber estado jamás en Guayama ni en Puerto Rico. Durante su tiempo en las Cortes, Galdós abogó por reformas sociales y políticas y al igual que muchos españoles de la época, pecó de ingenuo y fue influenciado por nuevas corrientes políticas, como el PSOE, partido con el que colaboró y formó coalición en 1909, llegando incluso a tener más votantes que Pablo Iglesias. En 1914 volvió a repetir como diputado, esta vez por la provincia de Las Palmas.

Los dos partidos que se han concordado para turnar pacíficamente en el poder, son dos manadas de hombres que no aspiran más que a pastar en el presupuesto. Carecen de ideales, ningún fin elevado los mueve, no mejorarán en lo más mínimo las condiciones de vida de esta infeliz raza pobrísima y analfabeta. Pasarán unos tras otros dejando todo como hoy se halla, y llevarán a España a un estado de consunción que, de fijo, ha de acabar en muerte. No acometerán ni el problema religioso, ni el económico, ni el educativo; no harán más que burocracia pura, caciquismo, estéril trabajo de recomendaciones, favores a los amigotes, legislar sin ninguna eficacia práctica, y adelante con los farolitos…

Benito Pérez Galdós en su novela Cánovas, de la serie Episodios Nacionales

Benito Pérez Galdós retratado por Joaquín Sorolla

En lo que a su vida personal respecta, En Madrid, Galdós se convirtió en una figura destacada de la vida literaria y social. Frecuentaba tertulias literarias y el Ateneo madrileño, donde conoció a otros intelectuales de la época. También viajó a París en 1868, donde conoció a Charles Dickens, de quien se convirtió en el primer traductor para España. Nunca se casó, aunque tuvo varias relaciones importantes. Una de las más conocidas fue con la escritora Emilia Pardo Bazán, que fue su confidente y colaboradora. También tuvo una relación con Lorenza Cobián, una modelo que posaba para pintores y cuya relación duró desde 1879 hasta 1891 y de la que nació una hija a la que nunca conoció.

Benito Pérez Galdós murió el 4 de enero de 1920 en Madrid. Los periódicos informaron que 30.000 personas habían pasado por la capilla ardiente y que unas 20.000 formaron cortejo hasta el cementerio. Esa noche, en señal de duelo, se cerraron todos los teatros de Madrid con el cartel de No hay función.

Para terminar, algunas frases célebres de Benito Perez Galdós:

El corazón es un niño: espera lo que desea.

La verdad no tiene remedio.

La conciencia de una vida bien gastada y el recuerdo de muchos buenos hechos son cosas que nunca deben abandonarnos.

La pena de amor es una dolencia tan rara como los accidentes del cólera.

No hay felicidad más grande ni más noble que la que consiste en vivir honestamente del propio trabajo.

Más días hay que longanizas

El miedo es la forma de nuestra subordinación a las leyes físicas.

No hay felicidad que no tenga un pero.

¿Zaragoza se rendirá? La muerte al que esto diga. Zaragoza no se rinde. La reducirán a polvo: de sus históricas casas no quedará ladrillo sobre ladrillo; caerán sus cien templos; su suelo abriráse vomitando llamas; y lanzados al aire los cimientos, caerán las tejas al fondo de los pozos; pero entre los escombros y entre los muertos habrá siempre una lengua viva para decir que Zaragoza no se rinde

Un tren que parte es la cosa del mundo más parecido a un libro que se acaba.

Al amor no se le dictan leyes.

¿No es triste considerar que sólo la desgracia hace a los hombres hermanos?

Nuestra imaginación es la que ve y no los ojos.

No es impropio el llanto en las grandes almas, antes bien indica el consorcio fecundo de la delicadeza en sentimientos con la energía de carácter.

La moral política es como una capa con tantos remiendos, que no se sabe ya cuál es el paño primitivo.

Por más que se diga, el artista podrá estar más o menos oculto, pero no desaparece nunca, ni acaban de esconderlo los batidores del retablo, por bien construidos que estén.

Los ciegos serían felices en este país, que para la lengua es paraíso y para los ojos infierno

Más sabe el que vive sin querer saber que el que quiere saber sin vivir

En mi salvaje independencia llevo dentro una luz espiritual que me hace amable y placentera la vida.

Era aquello un nido, una hechura de políticos, de periodistas, de tribunos, de agitadores, de ministros, y daba gusto ver con cuánto donaire rompían el cascarón los traviesos polluelos.

Mar donde el pensamiento navega a su antojo sin llegar jamás a ninguna orilla.

Bien puede decirse que la estrategia, y la fuerza y la táctica, que son cosas humanas, no pueden ni podrán nunca nada contra el entusiasmo, que es divino.

Asusta pensar que acaso las admiraciones más sinceras que tenemos son las de las personas que no nos han comprendido.

Sí, una cosa sé, y es que no sabemos más que fenómenos superficiales…

El verdadero amor, el sólido y durable, nace del trato; lo demás es invención de los poetas, de los músicos y demás gente holgazana.

El amor es un arte que nunca se aprende y siempre se sabe.

La geología había perdido una piedra y la sociedad había ganado un hombre.

Dichoso el que gusta las dulzuras del trabajo sin ser su esclavo.

Así como de la noche nace el claro del día, de la opresión nace la libertad.

El mal, en cualquier forma que tome dentro de lo humano, no tiene significación alguna para una alma fuerte, aplomada y segura de sí misma.

¿Acaso hemos nacido para trabajar como los animales?

No quiero yo alas ni alones, ni andar entre ángeles sosos que tocan el arpa. Déjenme a mí de arpas y acordeones y de fulgores celestes. Venga mi vida mortal, y salud y amor, y todo lo que deseo

Vivir es relacionarse, gozar y padecer, desear, aborrecer y amar. La lectura es vida artificial y prestada, el usufructo, mediante una función cerebral, de las ideas y sensaciones ajenas, la adquisición de los tesoros de la verdad humana por compra o por estafa, no por el trabajo. No.

Que cada cual siga su inclinación, pues las inclinaciones suelen ser rayas o vías trazadas por un dedo muy alto, y nadie, por mucho que sepa sabe más que el destino.

Esa polilla de la voluntad que llamamos lástima.

Asusta pensar que acaso las admiraciones más sinceras que tenemos son las de las personas que no nos han comprendido.

El dinero lo ganan todos aquellos que con paciencia y fina observación van detrás de los que lo pierden.

Se ha declamado mucho contra el positivismo de las ciudades, plaga que entre las galas y el esplendor de la cultura corroe los cimientos morales de la sociedad; pero hay una plaga más terrible, y es el positivismo de las aldeas, que petrifica millones de seres, matando en ellos toda ambición noble y encerrándoles en el círculo de una existencia mecánica, brutal y tenebrosa.

Soy tan feliz, que a veces paréceme que vivo suspendido en el aire, que mis pies no tocan la tierra, que huelo la eternidad y respiro el airecillo que sopla más allá del sol. No duermo. ¡Ni qué falta me hace dormir!

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