HISPANOAMÉRICA

SANTIAGO DE LINIERS Y LA DEFENSA DE BUENOS AIRES

Santiago de Liniers y Bremond (1753-1810) fue un marino de origen francés al servicio de España. De profundas raices católicas, era caballero de las órdenes de San Juan y Montesa. Tras ingresar en la Armada Española y participar en destacadas batallas navales, fue destinado al Río de la Plata, donde desempeñó distintos cargos. La primera invasión inglesa de Buenos Aires en 1806 le sorprendió en Montevideo y convenció al virrey para organizar un ejercito y una pequeña flotilla para trasladar fuerzas a Buenos Aires. Aprovechando un fuerte temporal consiguió navegar hasta Buenos Aires evitando el bloqueo naval que había establecido la potente escuadra inglesa, desembarcando el ejército que fue esencial para derrotar a los ingleses y acabar con la invasión de Buenos Aires. El 12 de agosto de 1806 inició la Reconquista de Buenos Aires. Atacó la ciudad, venció a los ingleses y obligó a su gobernador, William Carr Beresford a rendirse.​ Los rioplatenses se apoderaron de 26 cañones y de las banderas del regimiento 71. Estas insignias británicas fueron expuestas en la iglesia de Santo Domingo de Buenos Aires con la inscripción:

Del escarmiento del inglés, memoria, y de Liniers en Buenos Aires, gloria.

Por esta acción se convirtió en un héroe y por aclamación popular, el cabildo de la ciudad le nombró Virrey del Río de la Plata.

Santiago de Liniers

Inglaterra, en vista que la invasión de Buenos Aires había fracasado, aprendió la lección y comprendió que antes de Buenos Aires había que tomar Montevideo para evitar que desde allí llegasen refuerzos a Buenos Aires, por lo que al año siguiente, en 1807, tomaron Montevideo gracias a un numeroso ejército. También Liniers había tomado precauciones, pues era consciente que el contraataque era inevitable. Para asegurar Buenos Aires había creado una decena de regimientos, reunidos por el lugar de origen (cántabros, gallegos, castellanos…), entre los que destacaban el compuesto por nativos de Buenos Aires, conocido como Patricios. En total, formó un ejército de casi 8.000 hombres.

Liniers cruzó a Montevideo con una fuerza de 1.500 hombres pero no pudo aguantar mucho tiempo debido a la falta de apoyo logistico. En vista de la dificil situación y enterado que Montevideo había caído, decidió retornar a Buenos Aires para organizar allí la defensa, a sabiendas que Buenos Aires era el objetivo real de los ingleses. Y así fue; en julio más de 10.000 soldados ingleses desembracaron en Quilmes, cerca de Buenos Aires y avanzaron sobre la ciudad. Liniers intentó detener el avance en la orilla del río Riachuelo pero el ejército inglés esquivó la emboscada y continuó su avance sobre Buenos Aires. Liniers se trasladó con parte de sus fuerzas a la actual Plaza de Miserere, a las afueras de la ciudad, donde fue derrotado por la vanguardia del general inglés John Whitelocke. Liniers ofreció capitular, pero la ciudad, dirigida por Martín de Álzaga, se negó y decidió resistir. Inesperadamente, Whitelocke le dio tres días de tranquilidad y se pudo organizar la resistencia. Liniers logró entrar en la capital y apoyó a Álzaga.

El ataque inglés del 5 de julio fue descoordinado, en columnas separadas y con orden de no disparar antes de llegar a la plaza central. En esas condiciones, no tuvieron ninguna posibilidad y fueron abatidos en pocas horas. Liniers exigió la rendición de los ingleses y Álzaga lo forzó a agregar la obligación de devolver también Montevideo. Una vez más, Inglaterra había fracasado en su intento de invadir el Río de la Plata.

El general inglés se rinde a Liniers en 1806

De héroe a villano a veces tan solo hay un pequeño paso y menos en el ambiente conspirador del Río de la Plata de comienzos del siglo XIX, cuando el movimiento independentista manejado por pocos pero muy poderosos, estaba creando un caldo de cultivo propicio a sus intereses. Cuando al año siguiente, en 1808, las tropas napoleonicas invadieron España, el gobierno de España, representado por la Junta Suprema Central reemplazó en el cargo de Virrey a Liniers, pues su origen francés creó sospechas infundadas en Liniers. Cuando el nuevo virrey llegó a Buenos Aires, en julio de 1809, algunos pidieron a Liniers que se resistiera a entregar el mando, a lo que este se negó. Cesado en el cargo, Liniers abandonó Buenos Aires y se instaló en una hacienda en la provincia de Córdoba, en la actual Argentina.

En 1810, cuando se estaba preparando para regresar a España, llegó la noticia de la revolución independentista. Liniers se unió al grupo que pretendía oponerse a la junta independentista. El 15 de mayo, en una reunión, Liniers comentó:

“… será necesario considerar como rebeldes a los causantes de tanta inquietud. Como militar estoy pronto a cumplir con mi deber. Y me ofrezco desde ya a organizar las fuerzas necesarias… la conducta de los de Buenos Aires con la Madre Patria, en la que se halla debido al atroz usurpador Bonaparte, es igual a la de un hijo que viendo a su padre enfermo, pero de un mal del que probablemente se salvaría, lo asesina en la cama para heredarlo.”

Liniers logró reunir 1500 hombres para acudir en defensa de la continuidad de la unión con España. Pero el 21 de julio llegarón a Córdoba las primeras fuerzas independentistas y sus soldados desertaron sumándose a la revolución. Liniers y otros líderes unionistas fueron retenidos por los independentistas y maltratados. Tenían orden de matarlos a todos, incluido Liniers, pero el cabecilla que estaba al mando decidió no hacerlo porque había sido compañero de armas de Liniers. El traidor, para quitarse de enmedio el problema, decidió enviar a Liniers y a los otros oficiales a Buenos Aires pero para los independentistas, la presencia de Liniers en Buenos Aires era un problema, pues sabían que Liniers gozaba de muy buena reputación entre los bonaerenses, por lo que su presencia podía desencadenar un movimiento contrario al independentismo, así que se encargó la muerte de Liniers a un contrabandista de origen veneciano llamado Juan José Castelli, un cabecilla del independentismo.

El 26 de agosto, en un paraje de la provincia de Córdoba, Liniers fue asesinado junto con los demás oficiales unionistas: Juan Gutiérrez de la Concha, Victorino Rodríguez, Santiago Allende y Joaquín Moreno. Los soldados que los mataron eran ingleses y estaba al mando un tipo llamado Domingo French.

Asesinato de Liniers

Para la historia oficial de Argentina, Liniers es un personaje incomodo para su relato oficial, por lo que siempre ensombrece la hazaña de Liniers en los dos intentos de invasión inglesa de Buenos Aires, dando todo el protagonismo al pueblo bonaerense. Y si bien es cierto que el pueblo de Buenos Aires actuó de manera valiente, es obvio que no hubiera conseguido echar a los soldados ingleses solo con lanzar macetas desde los balcones, fue gracias al respaldo del ejercito hispano que había trasladado valientemente Liniers por lo que se pudo derrotar a los ingleses.

Para la historia oficial de España, Liniers no existe.

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