EL ASESINATO DEL PRESIDENTE CANALEJAS
José Canalejas Méndez fue un destacado abogado, político y presidente del gobierno. Considerado una figura clave del liberalismo de principios del siglo XX. Nació en Ferrol en 1854 y siendo presidente del gobierno de España, fue asesinado a plena luz del día en Madrid, en noviembre del año 1912, por un pistolero de izquierdas, mientras paseaba por la Puerta del Sol.
Nacido en Ferrol en 1854, José Canalejas demostró desde temprana edad una inteligencia excepcional; A los ocho años ya escribía su propio periódico y a los diez había publicado una novela. Canalejas cursó estudios de Filosofía y Letras y Derecho en la Universidad Central de Madrid, licenciándose en ambas disciplinas con honores. Su formación humanística, junto con su sólida base jurídica, le proporcionaron una visión amplia y compleja de la realidad política y social de su tiempo.
Sus primeros pasos en la política se dieron en un contexto marcado por la convulsa situación de España a finales del siglo XIX. Canalejas se adhirió al Partido Liberal y pronto destacó como un orador brillante y un hábil negociador. Su ascenso político fue meteórico, en 1881 entró como diputado por Soria y ya no abandonaría el Congreso de los Diputados hasta su asesinato en 1912. Su capacidad para conciliar intereses enfrentados y su defensa de un liberalismo progresista lo convirtieron en una figura clave dentro de su partido. A lo largo de su carrera fue ministro varias veces, entre los que destacan Fomento, Justicia, Hacienda, Agricultura y también fue presidente del Congreso de los Diputados durante dos años. En el año 1910 fue nombrado presidente del Consejo de Ministros, en la actualidad es el cargo de presidente del gobierno.
Canalejas defendía un liberalismo que no se limitara a las libertades individuales, sino que también incluyera una dimensión social. Buscaba conciliar los intereses de la burguesía industrial con las demandas de las clases trabajadoras. Masón y católico, abogaba por una clara separación entre Iglesia y Estado, defendiendo la libertad de conciencia y la educación laica.
A pesar de ser un liberal, Canalejas defendía un modelo de Estado centralizado, aunque con cierto grado de descentralización administrativa. Durante su mandato como presidente del gobierno, Canalejas impulsó una serie de reformas en diversos ámbitos:
Ley del Candado: Esta ley limitaba la fundación de nuevas órdenes religiosas, lo que supuso un choque con la Iglesia Católica y generó una gran polémica.
Reforma Electoral: Buscaba ampliar el sufragio masculino y modernizar el sistema electoral, aunque no llegó a concretarse.
Política Social: Impulsó medidas para mejorar las condiciones de vida de los trabajadores, como la regulación del trabajo infantil y la creación de seguros sociales. Abogó por una escuela pública, laica y obligatoria al menos hasta los 12 años . Impulsó políticas proteccionistas para fomentar la industria nacional y la modernización del aparato productivo.
Política Exterior: Buscó fortalecer las relaciones internacionales de España y promover su papel en el escenario internacional.
Mientras, su asesino, Manuel Pardiñas, también había comenzado su siniestra trayectoria. Era un joven pintor de brocha gorda valorado como decorador de interiores, solitario y de ideas radicales que en algún momento de su vida abrazó las ideas anarquistas y cambió la brocha por la pistola. De él se sabe que participó en Argentina en la llamada Semana Roja en 1909, en la que hubo cientos de fallecidos, entre ellos el jefe de policía de Buenos Aires, asesinado por un anarquista. Detectado como elemento peligroso por la policía argentina, fue expulsado del país. De allí marchó temporalmente a La Habana, acogido en el ámbito anarquista cubano de principios del siglo XX y donde residía Nicolas Estévanez, otro terrorista fichado.
De La Habana Pardiñas viajó a EEUU, concretamente a la ciudad de Tampa, donde fue acogido por Pedro Esteve, otro famoso anarquista español disidente y residente, editor e impresor de un periódico anarquista y líder de un importante grupo. Parece ser que es en Tampa donde se comenzó a idear el plan para asesinar al presidente español, ante la imposibilidad de matar al rey Alfonso XIII, quien desde sus atentados fallidos estaba protegido por un amplio dispositivo de seguridad. En Tampa, los anarquistas vieron en Pardiñas el hombre idóneo para llevar a cabo el asesinato, así que contactaron mediante carta con otro anarquista español exiliado en Burdeos (Francia), a quien le pidieron que recibiera a Pardiñas y le financiase sus gastos.
Al llegar a Burdeos en agosto de 1912, Pardiñas se reúne con su contacto; un periodista español llamado Vicente García. Tanto la policía norteamericana, como la francesa y la española, tenían hombres infiltrados en el movimiento anarquista, por lo que el plan del atentado es sabido desde meses atrás. Pardiñas es vigilado por un detective francés contratado por el gobierno español. Para intentar escapar a la vigilancia, Pardiñas se marcha a París, aunque no consigue deshacerse de la vigilancia, pero de repente, desde Madrid llega el aviso al detective encargado de su vigilancia que la misión ha quedado sin fondos y de esta sorprendente manera, se acaba la vigilancia del pistolero, tan solo unas semanas antes del atentado.
A José Canalejas le gustaba pasear y siempre iba andando desde su casa en la calle Huertas al Congreso de los Diputados, en la Carrera de San Jeronimo. Era 12 de noviembre y desde agosto se sabía que Manuel Pardiñas iba a atentar contra su vida. Aquel día José Canalejas, a la salida del Congreso de los Diputados, acompañado por su escasa seguridad de dos personas, pasó por la Puerta del Sol y al llegar a la librería San Martín se acercó al escaparate para echar un vistazo a los libros, pues era un gran lector. En ese momento, su asesino se acercó por la espalda y le disparó tres veces, acabando con su vida.
Con el asesinato del presidente Canalejas, un nuevo periodo de inestabilidad sacudió a España, relegándola a un tercer plano en el ámbito internacional.
Es sorprendente que teniendo la importante información de que antes del 15 de noviembre el atentado iba a ocurrir, el presidente del gobierno estuviera tan desprotegido. Llegados a este punto de la historia, muchos historiadores e investigadores aluden a un fallo de seguridad y alegan que desde aquel día se mejoró la protección y el servicio de información de la policía, olvidando que tan solo nueve años más tarde, otro presidente del gobierno -Eduardo Dato- fue también asesinado.
Un fallo de seguridad en el asesinato del presidente Cánovas en 1897, un fallo de seguridad en el asesinato del presidente Canalejas en 1912 y un fallo de seguridad en el asesinato del presidente Dato en 1921. En menos de 25 años tres fallos de seguridad en la que pistoleros de izquierdas asesinaron a tres presidentes del gobierno; cuanta casualidad, ¿no le parece?