RODRIGO DE BASTIDAS
Rodrigo de Bastidas (Sevilla 1473 – Cuba 1527) fue un navegante español que exploró la costa atlántica de lo que hoy es Colombia, desde la península de La Guajira hasta el golfo de Urabá, el istmo de Panamá, el río Magdalena y fundó la ciudad de Santa Marta (actual Colombia) el 29 de julio de 1525.
En el año 1500 se asoció con el gran navegante y cartógrafo Juan de la Cosa y recibieron la autorización de la Corona, con las condiciones de no navegar por las islas y tierras firmes descubiertas por Cristóbal Colón ni por las costas que según el Tratado de Tordesillas pertenecían a Portugal y pagar una cuarta parte del beneficio obtenido del viaje a la Corona.
Consiguieron reunir tres barcos; una nao (Santa María de Gracia), una carabela (San Antón) y un bergantín. Entre los tripulantes iba un joven extremeño de 25 años por entonces desconocido a quien la historia tenía reservada un lugar privilegiado; Vasco Núñez de Balboa, quien unos años después iba a descubrir la Mar del Sur, el océano Pacifico.
La expedición partió de Sevilla, no se sabe bien sí en septiembre de 1501 o en marzo de 1502, fuera cuando fuese, navegaron por el Guadalquivir hasta Sanlúcar de Barrameda, pasaron por Cádiz y desde allí navegaron hasta las islas Canarias, concretamente hasta la isla de La Gomera, donde hicieron acopio de víveres para la travesía atlántica. El primer contacto visual que tuvieron una vez llegados al mar Caribe fue una isla que llamaron Verde, que según algunos historiadores se trataría de Granada. Continuaron la navegación hacia Tierra Firme (actual Panamá), pasando por las islas de los Gigantes y Coquibacoa, para llegar posteriormente a la península de la Guajira y el cabo de la Vela (actual Colombia), aquí comenzaba el verdadero viaje de descubrimiento pues a partir de aquí no estaba la costa navegada anteriormente.
Llegaron a una bahía a la cual a Rodrigo de Bastidas le pareció un buen puerto natural y llamaron Santa Marta, por celebrarse ese día en el santoral. Continuaron navegación y descubrieron la desembocadura del río de la Magdalena, luego el puerto de Zamba, la bahía de Cartagena, las islas del Rosario, Barú, San Bernardo e isla Fuerte y la desembocadura del río Sinú. En esta costa hicieron algunas paradas para recoger agua dulce y hacer intercambios con los indios, pues llevaban los objetos habituales para cambiar por oro; espejos, cascabeles, vidrios de colores, telas… Continuaron la navegación por la costa hasta el actual golfo de Urabá, al que llamaron golfo Dulce.
A esas alturas de la expedición, descubrieron para su desgracia que las tres naves estaban en lamentable estado, debido a la «broma», un molusco que se adhiere a los cascos de las naves de madera y se la come, es decir, algo así como una termita. En vista de la situación, Rodrigo de Bastidas y Juan de la Cosa decidieron dar por finalizada la expedición y poner rumbo a La Española (actual Republica Dominicana) para hacer las reparaciones necesarias y aquí comenzaron a torcerse las cosas.
Cerca de las costas de La Española sufrieron un temporal que hizo naufragar las tres naves, perdiendo todo el oro que habían intercambiado con los indios. Rodrigo de Bastidas calculó en unos cinco millones de maravedíes la pérdida. Consiguieron llegar a Santo Domingo a pie. Al llegar, el infame Fray Bartolomé de Las Casas estaba en la ciudad y acusó a Bastidas de haber extorsionado a los indios a cambio de oro durante su travesía a pie por la isla y de haberles dado armas. el gobernador de la isla, Francisco de Bobadilla, inició un proceso contra Bastidas y encarceló a éste hasta la llegada de la flota de Indias. Cuando esta flota se disponía a regresar a España embarcaron en la misma a Rodrigo de Bastidas, inmerso en un proceso. Cristóbal Colón advirtió que era época de huracanes y por tanto, malas fechas para navegar, pero nadie le hizo caso y se hundieron más de veinte barcos. La nave en que iba Bastidas fue una de las pocas que se salvaron del huracán que destruyó casi toda la flota.
A su regreso a España Bastidas permaneció bajo custodia hasta que se comprometió para presentarse en la Corte y asistir a su juicio. En el viaje desde Cádiz hasta Alcalá de Henares fue recibido con honras por las ciudades donde pasó, debido a lo valorado que estaban por aquellos primeros años los descubrimientos y conquista. El 3 de abril de 1503 llegó a Alcalá de Henares para su juicio. Fue declarado inocente de los cargos imputados y los Reyes Católicos le compensaron además con 50.000 maravedís anuales sobre las rentas que produjera el descubrimiento del golfo de Urabá en el futuro.
En 1504 pactó un antiguo socio que había participado en la anterior expedición para llevar mercancías a La Española. Ese mismo año Bastidas volvió a América, esta vez con su mujer e hijo. Se radicó en Santo Domingo y se dedicó a toda clase de negocios. Enviaba expediciones esclavistas a las islas Lucayas (actual Bahamas), algo permitido por las leyes de la ápoca, al tratarse de indios muy guerreros que rechazaban el comercio con extranjeros. Además, creó varias ganaderías y fue nombrado alcalde de la ciudad de Santo Domingo.
Rodrigo de Bastidas se acordó de la bahía de Santa Marta que había descubierto en la expedición anterior y consiguió obtener el permiso del emperador Carlos V para emprender una nueva expedición. Se le nombró capitán y adelantado de Santa Marta, a cambio de construir una ciudad con al menos cincuenta vecinos casados y una fortaleza, todo a su costa. Tuvo dificultades para reclutar gente, pues Perú había sido recientemente descubierta y todo el mundo quería ir allí. Finalmente consiguió fletar una nao (Santiago) y cuatro carabelas, en las que embarcaron quinientos colonos, muchas de ellas mujeres.
Salió de Santo Domingo y navegó hasta Santa Marta (actual Colombia), donde inició la construcción de la ciudad el 29 de julio de 1525. Para asegurarse la tranquilidad de la recién creada villa, hizo pactos con las distintas tribus de los alrededores (gairas, tagangas y dorsitos), e intercambió objetos por oro. Algunos colonos le reclamaron que ese oro debía repartirse pero Rodrigo de Bastidas se negó, alegando que ese oro era para pagar los gastos de la expedición y financiar la construcción de la nueva ciudad. Los ánimos no se calmaron entre algunos colonos y una noche, un pequeño grupo de seis hombres entraron en su casa de noche y le asestaron varias puñaladas para asesinarle aunque no lo consiguieron, debido a la intervención de otros hombres que evitaron que el asesinato se consumara, aunque quedó malherido.
Como allí no disponían todavía de los medios suficientes para sanar esas heridas, decidió ir a La Española (actual Republica Dominicana) para ser mejor atendido, pues en Santo Domingo si había hospital, médicos y recursos. Pero nunca llegó a Santo Domingo. Una tormenta desvió el barco a Santiago de Cuba y allí falleció, en julio del año 1527.