MIGUEL SERVET
Al investigar la vida y obra de Miguel Servet, sorprende que en países como Francia, Alemania ó Suiza tenga dedicadas plazas, calles, estatuas, institutos… Que un hombre de ciencia español del siglo XVI tenga más reconocimientos en Europa que otros españoles de su época que alcanzaron mayores logros científicos ó que Miguel Servet tenga más reconocimiento que Cervantes, Velazquez o Ramón y Cajal, es sospechoso pero, cuando se investiga minimamente su vida y se descubre la manipulación histórica a la que ha sido sometido, mencionando tan solo su trágico final, se encuentran los motivos. Para comprender al personaje, hay que empezar por el principio de su vida y no por el final, como se nos ha explicado hasta ahora.
Miguel Servet nació en Villanueva de Sigena, Huesca, Aragón, en 1510. Su familia pertenecía a la pequeña nobleza y tenía una posición social acomodada. Recibió una educación sólida en humanidades, aprendiendo latín, griego y hebreo desde temprana edad. Esta formación académica le sería fundamental para sus posteriores estudios y trabajos. A los 14 años, Servet entró al servicio del cardenal Juan de Quintana, un importante teólogo y confesor del emperador Carlos V. Esta experiencia le permitió viajar por España y entrar en contacto con importantes figuras intelectuales de la época.
En 1520 se matriculó en artes liberales en el estudio general de artes de Zaragoza, donde era maestro mayor su tío, el filósofo y matemático Gaspar Lax. Allí obtuvo el título de bachiller en Artes en 1523, y a finales de 1524 el de maestro. Fue agredido por su tío Gaspar Lax en 1527, y aunque se desconoce el motivo concreto, todo hace creer que pudo deberse a las rompedoras ideas teológicas que Servet habría empezado a compartir en el estudio y fue el detonante para irse a estudiar a Toulouse.
Estudió leyes en la Universidad de Toulouse, donde también se interesó por la teología y la medicina. Realizó disecciones de animales y cadáveres humanos, lo que le permitió realizar importantes observaciones sobre el funcionamiento del cuerpo humano. Estas investigaciones lo acercarían, años más tarde, a su descubrimiento más famoso: la circulación pulmonar. Fue en esta época cuando comenzó a desarrollar sus propias ideas sobre la religión, en un ambiente marcado por la Reforma protestante, un movimiento que estaba comenzando a extenderse por Europa. Las ideas de Lutero y otros reformadores influyeron en su pensamiento crítico y en sus cuestionamientos sobre la doctrina católica.

En 5131 publicó De Trinitatis Erroribus. En esta obra, Servet expone de manera detallada sus ideas sobre la Trinidad, una de las doctrinas centrales del cristianismo. Servet rechaza la doctrina tradicional de la Trinidad, según la cual Dios es una única sustancia en tres personas distintas (Padre, Hijo y Espíritu Santo). En su lugar, propone una interpretación monoteísta más simple, en la que Dios es un ser único y sin divisiones. Para sustentar sus argumentos, Servet recurre a una exhaustiva análisis de los textos bíblicos, especialmente del Antiguo Testamento. Argumenta que la idea de una Trinidad no está explícitamente respaldada por las Escrituras y que, por el contrario, diversos pasajes bíblicos sugieren un concepto de Dios unitario. Para sustentar sus argumentos, Servet recurre a una exhaustiva análisis de los textos bíblicos, especialmente del Antiguo Testamento. Argumenta que la idea de una Trinidad no está explícitamente respaldada por las Escrituras y que, por el contrario, diversos pasajes bíblicos sugieren un concepto de Dios unitario.
Al año siguiente publicó Diálogos sobre la Trinidad y De la Justicia, temas teológicos fundamentales que presentan ideas que lo convertirían en una figura perseguida por católicos y protestantes. Diálogos está estructurada en dos libros como una conversación ficticia entre dos personajes: Miguel (el propio autor) y un tal Petrucho. Según Servet, la escribe para despejar las dudas e inquietudes sembradas por su obra anterior, que a su juicio se deben «a mi propia impericia y a la negligencia del tipógrafo». A diferencia de lo afirmado en Errores…, Servet dice que Jesús no es solo divino por gracia, sino también por naturaleza, aunque aclara que solo en tanto que participa de la sustancia divina de su Padre.
En De la Justicia, Servet aborda temas relacionados con la ética y la moral. A través de esta obra, busca establecer una base moral para su teología y para la vida cristiana. Servet presenta una visión de la justicia divina basada en el amor y la misericordia de Dios, en contraposición a una concepción de Dios como un ser vengativo. Defiende la existencia de una ley natural inscrita en el corazón del hombre, que guía su conciencia y le permite distinguir entre el bien y el mal. Al igual que otros reformadores, Servet enfatiza la importancia de la fe como medio de salvación, pero lo hace desde una perspectiva teológica única.
En el siglo XVI, la Reforma protestante había generado un clima de gran tensión religiosa. Las diferentes interpretaciones de la Biblia y las luchas por el poder político llevaron a persecuciones y ejecuciones de aquellos considerados herejes. Con estas publicaciones Servet se ganó el odio a partes iguales entre católicos y protestantes y fue denunciado por ambos a sus respectivas Inquisiciones. Por parte de la iglesia católica española, se le envió a un hermano suyo que era sacerdote para hacerle reconsiderar todas estas ideas y hacerle regresar a España para que abandonase el entorno protestante en el que se desenvolvía pero Servet renegó también de su hermano y decidió buscar refugio en Lyon con nombre falso.

Lyon, en el siglo XVI, era un centro intelectual y comercial de gran importancia en Europa. Para Miguel Servet, perseguido por sus ideas religiosas, esta ciudad se convirtió en un refugio donde pudo desarrollar sus investigaciones y establecer una red de contactos. Para evitar ser perseguido, adoptó el nombre falso de Michel de Villeneuve, haciendose pasar por navarro de origen. Lyon era un importante centro de producción de libros, con una gran cantidad de imprentas. Servet, con su dominio de varios idiomas y su conocimiento de temas científicos y teológicos, encontró en esta ciudad un entorno propicio para publicar sus obras. Colaboró con varios impresores lioneses, corrigiendo pruebas y realizando traducciones. En Lyon publicó algunas de sus obras más importantes, como la edición anotada de la Geografía de Ptolomeo. Continuó sus estudios de medicina, profundizando en la anatomía y la fisiología. Estableció una amplia red de contactos con otros pensadores, lo que le permitió intercambiar ideas y debatir sobre temas científicos y teológicos.
En 1537 se matriculó en la Universidad de París para estudiar medicina. Allí estudió junto a los grandes médicos de la época y publicó sobre Medicina un tratado contra el médico alemán Leonhardt Fuchs, en la que también atacaba a otros médicos antiarabistas, y poco después un tratado sobre el uso de los jarabes (París, 1537). En el primero rebate la doctrina luterana de que la salvación se obtenga solo por la fe sin obras que sumado a un curso de astrología, en el que defendió la influencia de las estrellas en los eventos futuros, le enfrentó con la comunidad universitaria, por lo que tuvo que volver a Lyon, donde se encontró con el arzobispo de Vienne del Delfinado, al que había conocido previamente en París. De esta forma entró a su servicio como médico personal en 1541.
Miguel Servet describió la circulación pulmonar en su obra Christianismi Restitutio, (Restitución del Cristianismo) publicada en 1553. Aunque Servet fue uno de los primeros en describir la circulación pulmonar de manera detallada, no fue el primero en proponer esta idea. El médico árabe Ibn al-Nafis ya había descrito este proceso en el siglo XIII, aunque también es cierto que Servet no pudo haber leído esta obra, por lo que se descarta el plagio. Según Servet, la sangre es transmitida por la arteria pulmonar a la vena pulmonar por un paso prolongado a través de los pulmones, en cuyo curso se torna de color rojo y se libera «de los vapores fuliginosos por el acto de la espiración». Servet sostenía que el alma era una emanación de la Divinidad y que tenía como sede a la sangre. Gracias a la sangre, el alma podía estar diseminada por todo el cuerpo, pudiendo asumir así el hombre su condición divina. Por tanto, los descubrimientos relativos a la circulación de la sangre tenían un impulso más religioso que científico. De ahí que la descripción de la circulación pulmonar esté dentro de una obra de teología y no de una de fisiología. Para Servet no había diferencia entre ambos ámbitos, dado que todo obedecía a un mismo gran designio divino.
Servet realizó este descubrimiento en el contexto de sus estudios anatómicos y fisiológicos, los cuales estaban estrechamente relacionados con sus investigaciones teológicas. La circulación pulmonar fue para él una evidencia más de la armonía y la sabiduría divina. La descripción de la circulación pulmonar fue un hito en la historia de la fisiología, ya que permitió comprender mejor cómo funciona el sistema cardiovascular. Este descubrimiento sentó las bases para futuras investigaciones en el campo de la anatomía y la fisiología, y contribuyó al desarrollo de la medicina moderna. Desafortunadamente, el descubrimiento de Servet pasó desapercibido durante muchos años debido a que su obra fue prohibida y finalmente quemada por las autoridades protestantes.

Servet envió el libro a Calvino, en aquel momento ya un importatnte lider religioso y teologo protestante, creyendo que así empezaría un tranquilo y sosegado debate, en la Europa librepensante y tolerante. En respuesta, Calvino le conmina a leer su propio libro Institutio religionis Christianae (Institución de la Religión Cristiana), publicado en 1536. Servet leyó el libro de Calvino e hizo anotaciones muy críticas en los márgenes del libro, devolviéndole la copia corregida, lo que desagradó enormemente al reformador, quien avisó que si Servet ponía los pies en Ginebra «no saldría vivo de ella». Calvino, como líder religioso de Ginebra, tenía una gran influencia en el consejo de la ciudad. Sus sermones y escritos en contra de Servet contribuyeron a crear un clima de hostilidad hacia el científico español.
La Inquisición de Lyon recibió parte de la correspondencia intercambiada entre ellos, con una nota de un informante asegurando que el autor del libro es un español llamado Miguel Servet que se oculta bajo el nombre falso de Michel De Villenueve, tras lo cual Servet es detenido, interrogado y encarcelado en Vienne. El 7 de abril, sin embargo, logra evadirse de una manera rocambolesca y casí cómica, al fingir necesidad de acudrir a la letrina y desde allí escapar por los tejados.
En un utopico y fiel reflejo de la personalidad de Servet, se le ocurrió ir a Ginebra para reunirse en persona con Calvino y debatir las ideas, pero Calvino odiaba enormemente a Servet y, como líder religioso influyente en Ginebra, tuvo un papel importante en este proceso al denunciar las ideas teológicas de Servet y presionar para que fuera juzgado y condenado. En Ginebra fue reconocido en la iglesia donde predicaba el propio Calvino y fue detenido por herejía y blasfemia por su negación de la Trinidad y el bautismo.
Durante el juicio, sostuvo diversos debates de carácter teológico. El 22 de septiembre, Servet escribió una última alegación en la que culpa a Calvino de hacer acusaciones falsas de herejía contra él y solicita que también sea detenido e interrogado como él. Finalizado el proceso, fueron consultadas las iglesias reformadas de los cantones suizos de Zúrich, Schaffhausen, Berna y Basilea, tras lo cual Servet fue condenado y sentenciado por el Consejo de Ginebra a morir en la hoguera. A pesar de las súplicas de algunos miembros del consejo, la sentencia fue ejecutada y Servet fue quemado en la hoguera, el 27 de octubre de 1553 en Ginebra.
Contra Miguel Servet del Reino de Aragón, en España: Porque su libro llama a la Trinidad demonio y monstruo de tres cabezas; porque contraría a las Escrituras decir que Jesús Cristo es un hijo de David; y por decir que el bautismo de los pequeños infantes es una obra de la brujería, y por muchos otros puntos y artículos y execrables blasfemias con las que el libro está así dirigido contra Dios y la sagrada doctrina evangélica, para seducir y defraudar a los pobres ignorantes. Por estas y otras razones te condenamos, M. Servet, a que te aten y lleven al lugar de Champel, que allí te sujeten a una estaca y te quemen vivo, junto a tu libro manuscrito e impreso, hasta que tu cuerpo quede reducido a cenizas, y así termines tus días para que quedes como ejemplo para otros que quieran cometer lo mismo.

Así pues, sí a usted le enseñaron en el colegio que Miguel Servet fue quemado por la inquisición por descubrir la circulación de la sangre, le engañaron doblemente, pues le hicieron creer que fue la iglesia católica, cuando en verdad fue la iglesia protestante y no por su descubrimiento científico, sino por su enfrentamiento intelectual con CalvIno.
