NAVEGANTES Y EXPLORADORES

LA EXPEDICIÓN MALASPINA

El mayor viaje científico de su época fue realizado por España entre los años 1789 – 1794 y toma su nombre de uno de los dos promotores de la expedición; Alejandro Malaspina, el otro promotor fue José Joaquín de Bustamante, ambos oficiales de la Armada española. Se trató de un ambicioso viaje marítimo que recorrió la costa americana desde Montevideo hasta Alaska para luego navegar el Pacifico, pasando por Filipinas y los numerosos territorios españoles en Oceanía y visitar Australia y Nueva Zelanda.

La expedición reunió un inmenso patrimonio de conocimiento sobre historia natural, cartografía, etnografía, astronomía, hidrografía y medicina, así como sobre los aspectos políticos, económicos y sociales de estos territorios. La expedición fue autorizada por el rey Carlos III, un apasionado de la ciencia y la tecnología, pero se realizó durante el reinado de su hijo Carlos IV, pues falleció dos meses después de firmar la autorización.

Alejandro Malaspina

Para la realización del viaje se acordó que lo más coherente era construir dos barcos exactamente iguales para que ninguno fuera más rápido o lento que el otro, y de esta manera conseguir que pudiesen navegar juntos en todo momento. El resultado fueron dos corbetas de 30 metros de eslora, bautizadas como Descubierta y Atrevida, en la que fueron embarcados 102 hombres en cada una de ellas, siendo nombrados capitanes de cada una, los dos promotores de la expedición, los ya mencionados Malaspina y Bustamante.

Junto a las dotaciones de oficiales, marineros, artilleros y un capellán en cada corbeta, embarcó la comitiva científica, compuesta por el director de Historia Natural Antonio Pineda y los botánicos Tadeo Haenke y Luis Née. Importante presencia en la expedición fue la de los pintores, quienes, como fotógrafos de la época, realizaron magníficos cuadros, grabados y dibujos de las gentes, animales y plantas que encontraron durante la expedición. Compuso aquel elenco artístico los pintores Juan del Pozo, Juan Ravanet, José Cardero, Tomás Suria, José Guió y Fernando Brambila.

José Joaquín de Bustamante y Guerra

La expedición zarpó de Cádiz el 30 de julio de 1789 hacia su primera parada que como no, fueron las Islas Canarias. Desde allí cruzaron el Atlántico durante 50 días hasta que llegaron a Montevideo, el 20 de septiembre. Después navegaron a Patagonia para seguir con sus expediciones terrestres para luego poner rumbo a las Malvinas y más tarde doblar el Cabo de Hornos y llegar al Pacifico el día 13 de noviembre. Ya en el Pacifico siguieron por la costa americana, haciendo paradas en la isla de Chiloé, Valparaíso, Santiago de Chile, islas Desventuradas, El Callao, Guayaquil, Panamá y Acapulco, puerto al que llegaron en abril de 1791.

En Acapulco recibieron el encargo del Virrey de Nueva España (actual México), de buscar un paso hacia Europa por el norte del continente, pues por aquella época existía la posibilidad que hubiera un estrecho como el de Magallanes que uniera el Pacífico con el Atlántico. Esto supuso un cambio de rumbo en la expedición, pues el plan era navegar desde allí hacia las islas Hawái. Así pues, las corbetas pusieron rumbo norte por la costa norteamericana, pasando por Monterrey en California, el puesto español de Nutka en la isla de Vancouver en el actual Canadá y llegaron hasta la bahía de Yakutat y el fiordo del Principe Guillermo en Alaska. Convencidos de que no existía tal paso del Norte, retornaron a Acapulco, adonde llegaron en octubre de 1791.

Repuestas las fuerzas, desde Acapulco se internaron por el Pacifico, hacía los territorios españoles de Guam, las Marianas, las Carolinas y las Filipinas, archipiélago al que llegaron en marzo de 1792. En Manila las corbetas se separaron, la Atrevida puso rumbo a Macao en China y la Descubierta se quedó en las Filipinas recorriendo sus islas. Ambas corbetas se reencontraron 8 meses después en Manila, donde falleció a consecuencia de unas fiebres el director de Historia Natural, Antonio Pineda.

Pira y sepulcros en Ankau. Obra de Fernando Brambila

Tras tan dura pérdida, la expedición continuó su periplo, esta vez hacia las famosas y antaño españolas islas de las Especias, los archipiélagos de las Celebes y las Molucas, ambas en la actual Indonesia. Desde estas míticas islas y pasando por las Fiyi, navegaron hasta la isla sur de Nueva Zelanda, en donde cartografiaron el fiordo de Doubtful Sound. Desde allí fueron a Sidney en Australia, donde fueron recibidos muy diplomáticamente por las autoridades británicas, al tratarse de una expedición científica.

Ahora quedaba el regreso a España. En los planes iniciales se iba a hacer por el Indico, siguiendo la ruta de Elcano, pero una nueva guerra con Francia hacía peligrosa esa ruta por lo que prudentemente se decidió hacerlo por el Estrecho de Magallanes. Desde Sidney pasaron por las islas Vavau y ya no tocaron tierra hasta llegar a las islas Malvinas a principios del año 1794. En Malvinas las dos corbetas volvieron a separarse. La Atrevida se dirigió a confirmar los descubrimientos de las Antillas del Sur y de las islas San Pedro, actuales Georgias del Sur. Además, la Atrevida reconoció las exactas coordenadas de las islas Aurora, avistó a la principal de las islas Cormorán y a todas las otras islas, incluidas las rocas Negras. Tras su navegación extrema al sur, la expedición se reunió de nuevo en Malvinas para afrontar el regreso a España, pasando por la isla Trinidad y llegando a Cadiz el 21 de septiembre de 1794, tras 5 años, 1 mes y 21 días de expedición.

La expedición de Malaspina y Bustamante había realizado un trabajo titánico; se habían cartografiado miles de kilómetros de costa, 70 nuevas cartas náuticas, reconocido caminos interiores y recolectado una inmensa colección de especies botanicas y minerales. También investigó en los materiales de los principales archivos y fondos de la América española. A través de sus diarios y escritos, tuvieron cabida los distintos aspectos de la realidad del imperio, desde la minería y las virtudes medicinales de las plantas hasta la cultura, y desde la población de la Patagonia hasta el comercio filipino.

Por desgracia para Malaspina, durante su largo viaje adoptó los ideales de la masonería que se plasmaron en su informe, llamado Viaje político-científico alrededor del mundo, que incluía información confidencial, con observaciones críticas de carácter político acerca de las instituciones españolas, lo que le valió que, en noviembre de 1795, fuera acusado por Manuel Godoy de conspirador, por lo que fue detenido y condenado a diez años de prisión, condena que cumplió en el castillo de San Antón, en La Coruña, hasta que fue liberado por Napoleón durante la invasión francesa de España.

Debido a estos motivos políticos, el informe de Malaspina y el patrimonio cultural y científico recogido por la expedición quedó archivado y guardado por el Ministerio de Marina, hasta que en 1885 el teniente de navío Pedro de Novo y Colson publicó Viaje político-científico alrededor del mundo de las corbetas Descubierta y Atrevida al mando de los capitanes de navío D. Alejandro Malaspina y D. José Bustamante y Guerra desde 1789 a 1794. Por desgracia, algunas observaciones astronómicas y de historia natural se habían perdido para siempre. Parte de las colecciones relacionadas con la Botánica fueron donadas al Real Jardín Botánico de Madrid, donde se conserva actualmente, y las de ámbito cultural y etnográfico, así como los magníficos grabados y dibujos, se puede admirar en el Museo Naval de Madrid.

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