EL AUTOGIRO DE JUAN DE LA CIERVA
Juan de la Cierva y Codorníu (Murcia 1895- Londres 1936), fue un reconocido ingeniero y aviador español, inventor del autogiro, un precursor del helicóptero tan sólo 20 años después del primer vuelo de los hermanos Wright. Ganó diversos premios de asociaciones aeronáuticas tanto nacionales como extranjeros.
Con 25 años y utilizando piezas de un avión francés, Juan de la Cierva construyó en Madrid en 1920 su primer autogiro que no consiguió despegar y acabó volcando. Sin perder el ánimo De la Cierva continuó construyendo prototipos y aprendiendo de sus errores durante dos años, hasta que, en 1922, en su cuarto prototipo, al cual llamó C4, se le ocurrió la revolucionaria idea de articular las palas del rotor.
El autogiro se probó en enero de 1923 en el aeródromo de Getafe, pilotado por el teniente Alejandro Gómez y aunque el vuelo no llegó ni a los 200 metros, demostró que el invento iba por buen camino, por lo cual, tras unos arreglos y correcciones en el aparato, consiguió que el autogiro volase 4 kilómetros de distancia a una altura de 30 metros en el aeródromo de Cuatro Vientos. En julio de ese mismo año presentó un nuevo prototipo mejorado, el C5, con él consiguió otro vuelo exitoso en Getafe, lo que le sirvió para contar con una subvención del gobierno español.
De la cierva siguió perfeccionando su invento y cada nuevo aparato iba aumentando las expectativas, como ocurrió con el C6, pilotado por el capitán de artillería Joaquín Loriga, con el que hizo una demostración en Cuatro Vientos para el rey Alfonso XIII. A finales de 1923, el C6 consiguió volar de Cuatro Vientos a Getafe en un vuelo de 8 minutos de duración. A partir de aquel vuelo, la fama del autogiro español traspasó fronteras, de tal manera que un grupo de financieros ingleses se fijaron en el invento, por lo que se decidieron a ofrecer la ayuda al inventor que España no le daba y de esta manera, en 1925, fundó en Londres la empresa The Cierva Autogiro Company Ltd.
En septiembre de 1928, De la Cierva cruzó el Canal de La Mancha pilotando él mismo uno de sus autogiros, una hazaña que él no consideró como tal pero que para los amantes de la aviación y especialmente para las fuerzas armadas de todos los países, no pasó desapercibida y fue invitado a visitar Estados Unidos, país que se mostró entusiasmado con el autogiro español, tanto que incluso fue recibido por el presidente Hoover a una comida en la Casa Blanca, aterrizando De la Cierva con su autogiro en los jardines de la famosa residencia presidencial. Allí también se reunió con Henry Ford, posiblemente el más importante fabricante de coches de la época. Su estancia en la nueva potencia mundial acabó formando una empresa, la Pitcairn Cierva Company, asociado con Harold F. Pitcairn, un poderoso fabricante de aeroplanos.
También en Alemania creó otra empresa para fabricar autogiros allí, La Cierva Autogiro GMBH, en Berlin. En Francia, Italia y en Paises Bajos también vendió varios autogiros. Pese a que económicamente De La Cierva ya estaba muy bien situado y su autogiro un invento de éxito y consolidado, siguió sintiendo la necesidad de que España también se decidiera construir autogiros y aunque la Aviación Militar Española se había mostrada interesada por el autogiro desde aquel vuelo en Cuatro Vientos 10 años atrás, no conseguía el apoyo financiero necesario, por lo que decidió realizar una gira por España con su aparato. Por cuarta o quinta vez volvió a cruzar el Canal de la Mancha desde Londres y sobrevoló San Sebastián, Santander, Burgos, Madrid, Albacete, Murcia y San Javier, en un intento desesperado por encontrar interés empresarial en alguna de estas ciudades, pero, ni por estas encontró quien se decidiera a invertir en la construcción de un aparato revolucionario en unos tiempos en los cuales la aviación iba a maraca una nueva era.
Los autogiros se vendían ya por todo el mundo; En Suecia, Alemania, Francia, Austria, Dinamarca, Italia, Estados Unidos, Canadá, Brasil, Argentina, China, India e incluso en Australia y Nueva Zelanda. Por ello no es de extrañar que en 1932 la Federación Internacional Aeronáutica concedió a Juan De la Cierva la Gran Medalla de Oro, su mayor distinción, por su contribución a la aviación.
En 1935 durante una conferencia en la Royal Aeronautical Society de Londres anunció la próxima fabricación de un autogiro capaz de transportar 5 personas, pero, al año siguiente, con el estallido de la guerra civil en el verano de 1936, la vida cambió para todos los españoles, incluso para los que, como Juan De la Cierva, estaban asentados fuera de España. Motivado por su sentimiento patriota y pese a no haber sido correspondido nunca por las elites españolas, Juan De la Cierva tomó partido por el bando de Franco y a petición de este, contrató un avión en Londres para que trasladase al general desde Canarias a Ceuta y así comenzar el levantamiento del 18 de julio. En diciembre de ese mismo año, se le encargó una compra de armamento en Alemania, para lo que debía volar desde Londres en una línea comercial holandesa. El día del vuelo había una niebla tremenda, al despegar el avión chocó contra una casa y explotó, falleciendo todos los que iban a bordo. De la Cierva fue enterrado en Inglaterra hasta que en 1946 sus restos fueron trasladados a España.