CARTA DE ELCANO A CARLOS V
A su regreso tras dar la primera vuelta al mundo, Juan Sebastián Elcano escribió una carta al emperador Carlos para contarle que habían conseguido llegar a las islas de las especias, encontrado un paso en el extremo sur de América, la muerte de Magallanes y sobre todo, para rogarle que intercediera por los trece hombres de la expedición que los portugueses habían apresado en las islas de Cabo Verde durante el regreso.
La carta fue escrita el mismo día de la llegada de la nao Victoria a Sanlúcar de Barrameda, el 6 de septiembre de 1522 y fue enviada al emperador que en aquellos días tenía instalada la corte en Valladolid.
Muy alta e ilustrísima Majestad:
Sabrá vuestra alta Majestad cómo hemos llegado dieciocho hombres solamente con una de las cinco naves que V.M. mandó a descubrir la Especiería con el capitán Fernando de Magallanes, que gloria haya; y porque V.M. tenga noticia de las principales cosas que hemos pasado, brevemente escribo ésta y digo: primeramente llegamos a los 54 grados al sur de la línea equinoccial, donde hallamos un estrecho que pasaba por la tierra firme de V.M. al mar de la India, el cual estrecho es de cien leguas, del cual desembocamos, y en tiempo de tres meses y veinte días, teniendo vientos bien favorables, no encontramos tierra alguna, sino solo dos islas deshabitadas y pequeñas. Después llegamos a un archipiélago de muchas islas bastante ricas en oro. Faltónos por su muerte el dicho capitán Fernando de Magallanes y otros más y al no poder navegar por quedar pocos marineros, deshicimos una de las naves y con las dos restantes navegamos de isla en isla, llegando con la gracia de Dios, a las islas de Maluco, a los ocho meses de haber sucedido la muerte del mencionado capitán y allí cargamos las dos naves de especias. Ha de saber V.M. como navegando hacia las dichas islas de Maluco, descubrimos el alcanfor, canela y perlas.
Deseando partir de las dichas islas de Maluco para volver a España, se descubrió una grandísima vía de agua en una de las naves, de tal modo que no se podía remediar sin descargarla y pasado el tiempo de navegar hacia Zabba y Melara, resolvimos o morir, o con toda honra servir a V.M. para hacerle sabedor de dicho descubrimiento, partir con una sola nave que estando en tal mal estado por causa de la broma, que solo Dios lo sabe. En este camino descubrimos muchas islas riquísimas, entre las cuales descubrimos a Bandam, donde se dan el jengibre y la nuez moscada. Zabba, donde se cría la pimienta y Timor, donde crece el sándalo. En todas las islas hay infinito jengibre. La muestra de todas estas producciones recogidas en las islas mismas en que se dan, traemos para mostrar a V.M.
La paz y amistad de todos los reyes y señores de las dichas islas, firmadas por sus propias manos, traemos para V.M., pues desean servirle y obedecerle como a su rey y señor natural.
Habiendo partido de la última de aquellas islas, en cinco meses, sin comer más que trigo y arroz y bebiendo solo agua, no tocamos en tierra alguna por temor al rey de Portugal, que tiene ordenado en todos sus dominios de tomar esta armada, a fin de que V.M. no tenga noticia de ella, y así, se nos murieron de hambre veinte y dos hombres, por lo cual y la falta de vituallas, arribamos a la isla de Cabo Verde, donde el gobernador me apresó el batel con trece hombres y quería llevarme junto a todos mis hombres en una nave que volvía de Calicut a Portugal cargada de especiería, alegando que solo los portugueses pueden descubrir la Especiería. En ese intento armó cuatro naves para apresarnos pero resolvimos de común acuerdo, morir antes que caer en manos de los portugueses, y así, con grandísimo trabajo de la bomba, bajo la sentina, que de día y de noche no hacíamos otra cosa que echar fuera el agua, estando tan extenuados como hombre alguno lo ha estado, con la ayuda de Dios y de Nuestra Señora, después de pasados tres años, dimos fondo en… (ilegible)
Por tanto, suplico a vuestra alta Majestad que provea con el rey de Portugal la libertad de aquellos trece hombres que tanto tiempo le han servido, y más sabrá V.M. de aquello que más debemos estimar y tener es que hemos descubierto y dado la vuelta a toda la redondez del mundo, que yendo para el occidente hayamos regresado por el oriente.
Suplico a V.M. por los muchos trabajos, sudores, hambre, sed, frío y calor que esta gente ha padecido en servicio de V.M., les haga merced de la cuarta y de la veintena de sus efectos y de lo que consigo traen. Y con esto ceso, besando los pies y manos de vuestra alta Majestad.
Escrita a bordo de la nave Victoria, en Sanlúcar, a seis días de septiembre de 1522
El capitán Juan Sebastián del Cano
Una semana después de escrita y enviada la carta, el emperador Carlos respondió a Elcano, pidiéndole que fuera a Valladolid para contarle en persona los detalles de aquella expedición. En la misma carta, Carlos I de España y V de Alemania se refirió a los trece marineros capturados por los portugueses en Cabo Verde:
“…de los trece hombres que os fueron tomados en las islas de Cabo Verde yo he mandado proveer para su liberación lo que conviene”
Y así fue. A mediados de octubre de aquel año, 37 días de la llegada de la nao Victoria a España, los trece marineros apresados en Cabo Verde fueron liberados y regresaron vía Lisboa a España.