LA PRIMERA UNIVERSIDAD DE AMÉRICA
La historia de la primera universidad fundada en el Nuevo Mundo, la Real y Pontificia Universidad de Santo Tomás de Aquino, hoy conocida como la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), es un relato que se entrelaza con el nacimiento mismo de la Hispanidad en América. Su fundación en la capital de la Capitanía General de Santo Domingo (isla La Española), la «Ciudad Primada de América,» es un hito cultural y educativo que precede a todas las demás instituciones de educación superior en el continente.
El origen de la Universidad de Santo Domingo se encuentra en el Estudio General que la Orden de los Predicadores (los Dominicos) estableció en la ciudad de Santo Domingo. La Orden de Santo Domingo de Guzmán, dedicada a la enseñanza y el saber, llegó a la isla de La Española a principios del siglo XVI, fundando su convento de Regina Angelorum en 1510. Hacia 1518, los dominicos ya regentaban este Estudio General o casa de estudios superiores, dedicado principalmente a la formación de sus propios frailes y, de forma secundaria, a la instrucción de seglares. Este centro de estudios incipiente se erigió en el corazón intelectual de la primera sede virreinal en América.
El paso crucial de Estudio General a Universidad con rango oficial y universal se dio dos décadas después. El 28 de octubre de 1538, el Papa Paulo III expidió en Roma la Bula In Apostolatus Culmine. Mediante este documento pontificio, el Papa elevó el convento y su Estudio General a la categoría de Universidad General o de Estudios Generales. La Bula otorgó a la naciente universidad «todos y cada uno de los privilegios, indultos, inmunidades, exenciones, libertades, favores y gracias» de los que gozaban las universidades más prestigiosas del Reino de España, específicamente las de Salamanca y Alcalá de Henares.

La importancia de este acto radica en que la Bula Papal confería a la institución el derecho de otorgar el derecho de enseñar en todas partes, lo que significaba que los grados académicos expedidos por Santo Tomás de Aquino serían válidos y reconocidos en toda la cristiandad.
Aunque la Bula de 1538 le otorgó validez canónica, en el derecho español era costumbre que los documentos pontificios requirieran el Pase Regio para tener plena fuerza legal y ejecutarse en los dominios de la Corona. En el momento de su fundación (1538), el emperador Carlos V aún no había impuesto el Pase Regio como obligatorio para la ejecución de bulas en América, lo que permitió que la universidad comenzara a funcionar legítimamente bajo su título pontificio desde el inicio. No obstante, posteriormente, la institución recibió la convalidación real a través de una Real Provisión emitida el 23 de febrero de 1558 por el rey Felipe II. Fue a partir de este reconocimiento dual, tanto pontificio como regio, que comenzó a ser formalmente conocida como la Real y Pontificia Universidad de Santo Tomás de Aquino.
La Universidad de Santo Tomás de Aquino adoptó como modelo académico a la Universidad de Alcalá de Henares, una institución que representaba la vanguardia del humanismo renacentista español y el pensamiento escolástico, en contraposición al modelo medieval de Salamanca. La universidad organizó sus enseñanzas en cuatro facultades clásicas, reflejando las necesidades intelectuales y religiosas del naciente Virreinato:
Teología: La facultad principal, esencial para la formación de sacerdotes, la evangelización y la defensa doctrinal de la fe.
Derecho Canónico y Civil (Leyes): Vital para la formación de letrados, abogados, jueces y administradores que gobernarían las vastas posesiones americanas.
Medicina: Encargada de la enseñanza de las ciencias de la salud, crucial para abordar las enfermedades y la organización sanitaria en el Nuevo Mundo.
Artes (Filosofía y Letras): Considerada la facultad preparatoria o propedéutica. Incluía las disciplinas del conocimiento secular, divididas en el Trivium (Gramática, Retórica y Lógica) y el Quadrivium (Aritmética, Geometría, Astronomía y Música).

Durante sus primeros siglos, la universidad gozó de gran prestigio. Su estatus de «Primada» no solo hacía referencia a su antigüedad, sino también a su posición en la primera ciudad fundada por los europeos en el Nuevo Mundo. Se convirtió en un faro cultural y un centro de alta formación académica al que acudían jóvenes de diversas partes de la región del Caribe y Tierra Firme. En sus claustros se formaron clérigos, juristas y funcionarios que contribuyeron al desarrollo de la administración virreinal española.
La enseñanza se impartía principalmente en latín, siguiendo los cánones europeos, y se hacía gran énfasis en las doctrinas de Santo Tomás de Aquino, figura central del escolasticismo.
A medida que el centro del Imperio Español se desplazó hacia los Virreinatos de Nueva España (actual México) y Perú, Santo Domingo entró en un largo periodo de declive económico y político. Esta decadencia afectó inevitablemente a la universidad. El punto de inflexión se produjo con la cesión de la parte española de la isla de La Española a Francia por el Tratado de Basilea en 1795. La universidad interrumpió su funcionamiento por primera vez en 1801, a raíz de la invasión haitiana. La Orden de los Dominicos, que había sido el pilar de la institución, abandonó la colonia.
Tras la breve restauración española, la universidad reabrió en 1815, pero su existencia fue efímera. La invasión haitiana y la posterior Ocupación Haitiana (1822-1844) obligaron a un cierre definitivo en 1823. Los bienes de la universidad fueron incautados y sus aulas quedaron silentes, marcando el fin de su primera etapa de existencia como institución colonial. Durante más de cuarenta años, la recién nacida República Dominicana careció de una institución de educación superior.
La actual Universidad Autónoma de Santo Domingo se mantiene como la Primada de América, un testimonio vivo del esfuerzo español por llevar la tradición universitaria al Nuevo Mundo en las primeras décadas de la Hispanidad, y un pilar ineludible de la historia educativa y cultural del continente americano.


