LA RECONQUISTA

LA RECONQUISTA DE MURCIA; EL SANTO, EL SABIO Y EL CONQUISTADOR

Una de las peculiaridades sobre la reconquista de Murcia, es que participaron en su reconquista tres reyes; Fernando III el Santo, Alfonso X el Sabio y Jaime I el Conquistador.

Desde el año 1243 Murcia se encontraba bajo vasallaje de Castilla, es decir, era un territorio semiindependiente. Las campañas militares de Fernando III el Santo sobre Córdoba y Sevilla hicieron comprender al reyezuelo moro de Murcia que ante lo que se venía encima, más valía una rendición y salvar los muebles que perder una guerra, por lo que pactó con el rey castellano la entrega del reino a cambio de permitir mantener el islam como religión y sus bienes a los ciudadanos moros, a lo que Fernando III accedió. Pero no todos los súbditos musulmanes aceptaron la derrota pactada y hubo algunas villas que se mostraron su total rechazo, por lo que fue necesaria la intervención militar castellana en aquellos lugares, un trabajo que recayó en gran medida sobre la Orden de Santiago y que supo realizar de manera brillante su Gran Maestre, el gran Pelayo Correa.

El 1 de mayo de 1243 se formalizó la entrada castellana en Murcia. Fernando III envió a su hijo el infante Alfonso, que más tarde reinaría como Alfonso X el Sabio, como representante, quien entró en la ciudad en dicha fecha. Como lo cortés no quita lo valiente, enseguida Alfonso se encargó que comenzase la repoblación cristiana, algo habitual en todas las plazas recuperadas, instalándose los primeros en el arrabal de la ciudad.

Fernando III el Santo, rey de Castilla y León.

Poco más de veinte años después, en el año 1264 los musulmanes de Murcia intentaron retomar la situación e iniciaron una sangrienta revuelta. Aunque algunos historiadores locales contemporáneos creen que fue un hecho aislado en Murcia, lo cierto es que la rebelión era algo mucho más organizado y complejo, pues afectó a toda el área de lo que hoy conocemos como Andalucía, y que había sido reconquistada. La rebelión, bajo el pretexto de una opresiva política por parte de Castilla, fue organizada e instigada por el rey moro de Granada, quien no dudó en utilizar a su ejército para tomar algunas villas y castillos.​ En Murcia también triunfó el islamismo y expulsaron a las tropas castellanas de su alcázar y declararon su lealtad al rey de Granada.

La situación era muy complicada para Castilla, pues suponía afrontar una campaña muy basta, por la cantidad de focos rebeldes en un extenso territorio. Reinaba ahora en Castilla Alfonso X el Sabio, que estaba casado con Violante, hija del rey Jaime I de Aragón el Conquistador, así que esta le escribió una carta a su padre pidiendo ayuda. Aunque Aragón ya había terminado su proceso de Reconquista en su territorio y que Murcia había sido motivo de disputa y litigios con Castilla para resolver a quien iba a pertenecer una vez liberada de los mahometanos, para Aragón resultaba casi escandaloso que tuviera que emplearse en una campaña militar en Murcia para dársela a Castilla. En un principio las cortes aragonesas se negaron, pero Jaime I supo hacer ver el peligro; la rebelión musulmana podía prender también en la vecina Valencia y el resto del Levante, donde habitaban numerosos musulmanes.

Así pues, el ejército aragonés, dirigido por el infante Pedro (futuro Pedro III de Aragón) comenzó sus primeras incursiones en la zona rebelde a finales del verano del año 1265. A finales de año se unió el propio Jaime I con sus tropas, quien a su vez se reunió en diciembre con Alfonso X el Sabio, rey de Castilla, con sus respectivos ejércitos en Alcaraz (Albacete).

El 2 de enero de 1266 el ejército aragonés comenzó el asedio de Murcia. Los moros, sin opciones de recibir ayuda, pidieron una rendición pactada, de igual manera que habían hecho en 1243, reclamando mantener la religión y sus bienes patrimoniales. Jaime I accedió a la rendición, pero había un problema y es que él no iba a tener jurisdicción sobre Murcia, por lo que no les prometió nada. Los rebeldes se rindieron y el 3 de febrero entró Jaime I en la ciudad.

Jaime I de Aragón entra en Murcia en el año 1266. Obra de Mauricio Federico Ramos

Casi lo primero que hicieron los aragoneses en la ciudad fue tomar la mezquita mayor, algo que discrepaba respecto al pacto de rendición. Cuando los moros protestaron, Jaime I dijo que había otras diez mezquitas en la ciudad y que no deseaba escuchar la llamada musulmana a la oración en el castillo donde se había establecido, por lo que no les quedó más remedio. Jaime I transformó la mezquita en una iglesia y la dedicó a la Virgen María. El 23 de junio, Murcia renovó formalmente su lealtad al rey de Castilla, Alfonso X, y pidió perdón por la rebelión.

En la ciudad, a los musulmanes sólo se les permitió vivir en el arrabal y se construyó un muro entre el suburbio musulmán y el resto de la ciudad, y solo en su barrio se les dio libertad de culto, por lo que muchos se marcharon a vivir a Granada. El resto de la ciudad fue confiscada y asignada a los cristianos: se trajeron pobladores de otras partes de Castilla para poblarla. Alfonso X permaneció en Murcia entre febrero de 1271 y otoño de 1272, supervisando la repoblación de la región y estableciendo una nueva administración.

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