LA RECONQUISTA

JAIME I EL CONQUISTADOR

Hay vidas que superan la ficción y la de Jaime I de Aragón, “el Conquistador”, es una de ellas. Hijo de Pedro II de Aragón y María de Montpellier, fue engendrado mediante burdos que hicieron creer a su padre que estaba teniendo relaciones con una de sus amantes, pues odiaba a su esposa y en la Corte tenían miedo a que falleciese sin dejar un legítimo heredero al trono aragonés. Aunque parezca una comedia, la tetra dio resultado y el hombre que “engañaba” a su mujer, fue engañado. Al nacer la criatura, fue tal el rechazo de su padre que tardó dos años en conocerlo y lo hizo para entregar la tutela de Simón IV de Montfort, para casarlo con la hija de este, para lo cual el niño iba a ser recluido en el castillo de Carcasona hasta los 18 años.​

Por suerte para él, su padre falleció tres años más tarde, cuando Jaime tenía 5 años y aunque Simón IV de Monfort se negó a entregarlo a la Corte Aragonesa, no tuvo más remedio que hacerlo, debido a las reclamaciones que hizo la Corte aragonesa ante el Papa Inocencio III. A partir de entonces el pequeño Jaime quedó bajo la tutela de la Orden del Temple en el castillo de Monzón (Huesca). Con esa infancia, lejos de convertirse en un ser acomplejado y diagnosticado con un síndrome de nombre de ilustre desconocido doctor alemán, la Orden del Temple supo convertir al pequeño Jaime en un brillante líder para Aragón, durante un reinado de 62 años.

En 1214, con tan solo 6 años, fue jurado como rey de Aragón en Lérida y a los trece le casaron con Leonor de Castilla, hija de Alfonso VIII de Castilla y Leonor de Inglaterra, aunque ese matrimonio fue anulado años más tarde por la iglesia a petición del propio Jaime.

Los primeros años del reinado de Jaime I, ya con mayoría de edad, fueron bastante difíciles, por culpa de las luchas nobiliarias y a la crisis económica del reino, heredara por su padre. Algunos historiadores modernos alegan que esta situación difícil con la nobleza, la solucionó Jaime I iniciando las campañas militares contra los moros, una teoría absurda ya que el reino de Aragón estaba inmerso en la Reconquista desde el primer minuto de su existencia, incluso antes de ser reino, ahí están como ejemplo los reyes Ramón Berenguer y Alfonso I el Batallador como ejemplos, sin olvidar la participación de Aragón en la importante batalla de Las Navas de Tolosa, en el año 1212, cuando Jaime I era un niño de 4 años. Por lo tanto, la gran implicación en la Reconquista por parte de Jaime I no se debe a una excusa para contentar a la nobleza, sino a su profunda creencia religiosa, inculcada durante su niñez con la Orden del Temple. En verdad, las buenas relaciones entre nobleza y monarquía fueron gracias a la intervención del Vaticano.

La primera gran operación militar que inició quien más tarde sería conocido por el sobrenombre de el Conquistador, comenzó en noviembre del año 1226, cuando dos naves aragonesas que navegaban cerca de Ibiza fueron capturadas por los musulmanes de Mallorca. Enterado del apresamiento, Jaime I envió un mensajero a la isla para pedir que fuesen devueltas, el moro que ejercía el poder en Mallorca se negó y se comportó de manera muy prepotente con el mensajero, menospreciando al rey aragonés, diciendo “que quien era ese rey”. Cuando el mensajero volvió a la corte de Jaime I, juró que no descansaría hasta “agarrar al moro por la barba”.

Aunque por aquellos días Valencia aún estaba en manos musulmanas, Jaime I de Aragón creyó más conveniente empezar por la reconquista de Mallorca para ganar la espalda de Valencia y evitar de esta manera que la ciudad recibiese apoyo desde las islas. Además, Mallorca era una base desde la cual los piratas musulmanes operaban por el Mediterráneo. A todo esto, había que sumar el beneficio comercial que suponía hacerse con el control de la isla, pudiendo unirse al eje con Cerdeña y los reinos italianos. No nos vamos a extender con la magnífica campaña de Mallorca, pues ya lo hicimos anteriormente en otro artículo, por lo que el lector puede encontrarlo en nuestra web.

Campamento de Jaime I durante la conquista de Mallorca

Conquistada Mallorca y sometidas a vasallaje Menorca, Ibiza y Formentera, Aragón ya estaba en condiciones de afrontar la reconquista de Valencia. La campaña comenzó a planearse en el año 1231. Al año siguiente comenzaron las campañas militares y se recuperaron Morella, Ares, Burriana, Chisvert, Cervera, Albalate, Peñíscola y Castellón. La campaña de Valencia se había previsto que sería larga e iba a durar varios años y así fue, siguiendo un plan preestablecido para el cual se necesitó la ayuda del Papa para declarar la Cruzada.

En el año 1237 ocurrió la importante Batalla de Puig De Santa María, donde Bernardo Guillermo de Entenza de Aragón, derrotó a los moros de Valencia. Casi al mismo tiempo fue rechazada una flota naval enviada por el rey de Tunez en ayuda a los moros de Valencia, por lo cual estos quedaron sin opciones y ofrecieron la rendición de la ciudad. El 9 de octubre de 1238, Jaime I entró por fin en Valencia.

Entrada triunfal en Valencia de Jaime I el Conquistador. Obra de Fernando Richart Montesinos

Pero con la reconquista de Valencia no estaba concluido el plan inicial, ahora faltaba la tercera parte del mismo, es decir, la reconquista de más allá hacia el sur de la ciudad de Valencia. Esto era un tema delicado, pues había que pactar con Castilla cual sería la frontera. Para ello y tras muchas reuniones y deliberaciones, se firmó el Tratado de Almizra, en el año 1244, firmado por Jaime I de Aragón y el infante Alfonso, hijo de Fernando III de Castilla y León y futuro rey Alfonso X, quien cinco años después se casaría con Violante, hija de Jaime I. En dicho Tratado, se acordó que la última población al sur del reino de Aragón sería Villajoyosa, en la actual provincia de Alicante. En 1245 finalizó la campaña de Valencia que había durado 15 años. Aragón culminaba así la Reconquista.

La repoblación de Valencia fue de cristianos principalmente de Aragón y Navarra y en menor medida de castellanos, pero también hubo de otros países europeos. El proceso fue un proceso largo que no acabó hasta el siglo XVII, tras la expulsión de los moriscos.

Durante estos años la vida personal y familiar de Jaime I también había cambiado. Anulado su primer matrimonio impuesto en la infancia con Leonor de Castilla, Jaime I se casó en el año 1235 con Violante de Hungría, hija del rey Andrés II de Hungría y de su segunda esposa Yolanda de Courtenay. Se pensó que su dote significaría una aportación de dinero y territorios a la Corona de Aragón, que en realidad nunca se hizo, ya que el reinado de Andrés II se hallaba sumido en crisis por los señores feudales que debilitaban el poder de la corona húngara.

Con Violante, Jaime I tuvo 9 hijos durante los 15 años que estuvieron casados, pues ella falleció en el año 1250 con tan solo 35 años. Fue precisamente la gran cantidad de descendientes la causa que motivó la creación del Reino de Valencia, para poder mejor repartir así entre ellos su herencia.

La creación del Reino de Valencia provocó las iras de gran parte de la nobleza aragonesa, que veía limitadas de esta manera su capacidad de expansión por los territorios de la reconquista aragonesa. Aunque el nuevo Reino de Valencia estaba unido al de Aragón, tenía sus propios fueros. Para contrarrestar el poder de la nobleza, Jaime I favoreció a la burguesía, los oficios y a los municipios.

Escudo del Reino de Valencia

Con Francia también tuvo peligrosas diferencias, pues desde tiempos de Carlomagno los franceses se sentían con derechos sobre el Rosellón, Conflent, Cerdaña, Barcelona, Urgel, Besalú, Ampurias, Gerona y Vic. Finalmente, en mayo de 1258 firmó con el rey francés el Tratado de Corbeil, por el cual los franceses se olvidaban de estos condados a cambio de los de Provenza y Folcalquier, más las ciudades de Arles, Marsella y Aviñón, que habían sido del conde Ramón Berenguer.

Para resolver sus diferencias con Francia, el 11 de mayo de 1258 Jaime I firmó con Luis IX, el tratado de Corbeil, en virtud del cual Luis IX renunció a los derechos “teóricos”, que desde tiempos de Carlomagno pretendía tener sobre el Rosellón, Conflent y Cerdaña, y a los condados catalanes (Barcelona, Urgel, Besalú, Ampurias, Gerona y Vic), y Jaime I a los derechos —más evidentes— que le asistían sobre diversos lugares del mediodía francés. Para “sellar” este acuerdo, la infanta Isabel, hija de Jaime I y el infante Felipe, hijo del rey Luis IX de Francia, se casaron… Fueron casados. Este tratado irritó bastante a la nobleza catalana que vio cercenadas sus ansias de expansión más allá de los pirineos y originó una semilla de rechazo a Jaime I que todavía hoy se siente en parte de determinado sector de la sociedad catalana. Fruto de esa irritación, surgió una revuelta encabezada por el vizconde Ramón de Cardona y Fernando Sánchez de Castro, que era hijo bastardo de Jaime I.

En 1266 tuvo que volver a subir al caballo y ponerse la armadura para reconquistar el Reino de Murcia que, aunque formaba parte de Castilla, estaba sufriendo una rebelión morisca, a la que Alfonso X el Sabio, no podía responder solo con las fuerzas de Castilla, ya que la rebelión se estaba dando en todas las villas y ciudades reconquistadas de lo que hoy conocemos como Andalucía. Su hija Violante, casada con el rey castellano, le escribió solicitando ayuda militar, a lo que Jaime I accedió, pero las Cortes Aragonesas se negaron ya que Murcia pertenecía a Castilla. Jaime I hizo comprender a las Cortes, que la revuelta morisca podía pasar al Reino de Valencia, en el que todavía vivián muchos moros, por lo que finalmente dieron el visto bueno a la campaña, que acabó exitosamente.

No fue la última vez que se pusiera la armadura. En la Navidad del año 1268, Jaime I estaba en Toledo para escuchar la primera misa como arzobispo de la ciudad de su hijo Sancho. Allí coincidió con una embajada tártara, que estaba buscando ayuda para iniciar una nueva cruzada. A Jaime I la idea le convenció y en septiembre del año siguiente zarpó de Barcelona en una flota de más de 30 naves y 800 hombres de armas. Para su suerte, al poco de navegar la flota fue atacada por una fuerte tormenta que provocó graves averías a la flota, teniendo que regresar a puerto.

Jaime I luchando contra los moros

Para el año 1270, los conflictos internos entre la nobleza catalana fueron aumentando la tensión hasta convertirse en guerra civil. Del lado real estaba el Conde de Urgel y el otro bando estaba encabezado por Fernando Sánchez de Castro, el hijo bastardo de Jaime I, que pretendía imponer su autoridad a la Corona y alterar el autoritarismo a su favor, celoso también del ascenso social de la burguesía urbana auspiciado por la Corona. Los problemas acabaron cuando el Infante Pedro (futuro Pedro III de Aragón), mató a Fernando Sánchez de Castro en el año 1275.

Finalizado el conflicto con la nobleza catalana, comenzó el conflicto con los moros de Valencia, que iniciaron una sangrienta revuelta ese año. Jaime I de nuevo volvió a ponerse la armadura y subir al caballo con 68 años de edad, pero aquella si iba a ser la última vez. Estando en campaña comenzó a resentirse de su salud por lo que se retiró a descansar a Alcira, donde sintiendo cercana su hora, se vistió con el hábito de la Orden del Císter y entregó su espada a su hijo Pedro. Falleció el 27 de julio del año 1278, después de un reinado de 63 años, record que ningún otro rey hispano ha superado.

Tan importante fue su labor militar como jurídica, prueba de ello son los Fueros de Aragón o los de Valencia. Hoy, mucho se debate sobre su reinado, pero nadie habla sobre lo que escribió en su biografía, Libre dels feits (Libro de los hechos), donde escribe 16 veces la palabra España:

NOS, HO FEM LA PRIMERA COSA PER DEU, LA SEGONA PER SALVAR ESPANYA

NOSOTROS HICIMOS LA PRIMERA COSA POR DIOS, LA SEGUNDA POR SALVAR ESPAÑA

Jaime I de Aragón, año 1274

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