HISPANOAMÉRICA

LA FUNDACIÓN DE QUITO

El 6 de diciembre de 1534, Sebastián de Belalcázar llegó a San Francisco de Quito con el acta oficial de la fundación de la ciudad ordenada por Diego de Almagro y acompañado por parte de los 200 españoles que se asentaron sobre las cenizas de un poblado que los incas habían conquistado recientemente y que un general inca había incendiado unos días antes, y que hoy es la capital del actual Ecuador.

La fundación de Quito está enmarcada en la conquista del Perú, iniciada en el año 1524 por Francisco Pizarro y Diego de Almagro, quienes sellaron su sociedad cuando vivían en Panamá. Pero para no extendernos demasiado, comenzaremos el 15 de agosto de 1534, el día que Diego de Almagro fundó Santiago de Quito, cerca de la actual Riobamba. Para entonces existía una autentica carrera entre conquistadores para hacerse con el mayor territorio posible y como Diego de Almagro ya sabía que otro explorador, Pedro de Alvarado, andaba por la región, decidió dos semanas después, el 28 de agosto, fundar a distancia una nueva ciudad a la que llamó San Francisco de Quito, encargando a Sebastián de Benalcázar la fundación física de la nueva ciudad.

Acta de Fundación de la Villa de San Francisco de Quito

En la ciudad de Santiago, a veinte y ocho días del mes de agosto año del nacimiento de nuestro salvador JesuCristo de mil y quinientos y treinta y cuatro años, el magnífico señor don Diego de Almagro, mariscal de su majestad en estos reinos de la Nueva Castilla por su majestad y lugar teniente general de gobernador y capitán general en ellos por el muy magnifico señor el comendador don Francisco Pizarro, adelantado gobernador y capitán general en ellos por su majestad y su majestad por la gracia de dios.

En presencia de mí, Gonzalo Díaz, escribano de su majestad y escribano público y del concejo de esta dicha ciudad, el dicho señor mariscal dijo que por cuanto él, en nombre de su majestad y del dicho señor gobernador en su real nombre, ha conquistado y pacificado esta provincia de Quito y otras comarcas y ha complacido a nuestro señor que los más señores principales e indios de ellas, están pacificados y bajo el yugo y obediencia de su majestad. Y para que más verdaderamente vengan a la paz y se conviertan a nuestra Santa Fe Católica con la conversación y buen ejemplo y doctrina de los españoles vasallos de su majestad que en estas partes habitan.

Él, en nombre de su majestad fundó y pobló esta ciudad de Santiago y porque conviene al servicio de su majestad y a la paz y sosiego de estas provincias y conversión de los naturales de ellas que se funde y pueble otro pueblo de más de esta dicha ciudad porque de ello su majestad será muy servido por tanto que, él en nombre de su majestad y del dicho señor gobernador don Francisco Pizarro en su real nombre y por virtud de los poderes que de su señoría tiene como su teniente general de gobernador y capitán general fundó otro pueblo en el sitio y asiento de donde está el pueblo que en lengua de indios ahora se llama Quito, que estará a treinta leguas poco más o menos de esta ciudad de Santiago, al qual puso por nombre a la villa de San Francisco, la cual dicha fundación dijo que hacía en nombre de su majestad y del dicho señor gobernador con tal condición y adiamiento que el dicho señor de su majestad o el dicho señor gobernador en su real nombre lo apruebe y que pareciéndole a su señoría o a él en su nombre que la dicha villa de San Francisco se debe mudar o poner en otro sitio en su comarca, lo muden y pongan en el lugar y sitio más conveniente porque al presente, a causa de ser la tierra conquistada y pacifica no se ha visto ni tiene experiencia de los sitios donde mejor pueda estar la dicha villa para en lo que toca al servicio de su majestad y a la conversión de los naturales y en pro de los vecinos y moradores que en la dicha villa se instalen. Pasado el tiempo podría haber experiencia de todo y convenir que el dicho pueblo se mudase a otro lugar mejor, que más convenga y donde haya mejores calidades que se requieren para fundación y población del pueblo.

Y luego el dicho señor mariscal en el dicho nombre de su majestad y del dicho señor gobernador habiendo hecho la dicha fundación segunda y de la manera que fue hecha, dijo que por que la dicha villa sea bien regida y que la justicia de su majestad administrada en ella como conviene a su real servicio que el en nombre de su majestad y del dicho señor gobernador en su real nombre, nombraba por alcaldes al capitán Juan de Ampudia y Diego de Tapia y por regidores a Pedro de Puelles, Juan de Padilla, Rodrigo Nuñez, Pedro Dañasco, Alonso Hernandez, Diego Marín de Utrera, Juan de Espinosa Y Melchor de Baldes. Que son personas hábiles, suficientes y en quien concurren las calidades que se requieren en semejantes oficios hasta tanto que el dicho señor gobernador Don Francisco Pizarro o él en su nombre otra cosa provee conforme a la orden que se suele tener en semejantes elecciones. En nombre de su majestad y del dicho señor gobernador, dijo que les daba poder tal qual de derecho en tal caso se requiere a los dichos alcaldes para que puedan traer vara de justicia en la dicha ciudad y sus términos y oír y determinar en los casos de justicia, tanto civiles como criminales y en las otras cosas tocantes a los dichos oficios anexos y pertenecientes y así mismo a los dichos regidores en lo tocante a sus oficios los puedan usar y ejercer en las cosas y casos tocantes a los dichos oficios para lo qual como dicho, les dijo que les daba poder cumplido tal qual de derecho en tal caso se requiere con todas sus incidencias y dependencias y porque el dicho señor mariscal y por su mandado lo firmó Juan de Espinosa, escribano de su majestad y alcalde mayor en estas provincias de Quito por su majestad.

Relación de Juan de Espinosa

Y después de lo dicho en este día, mes y año, por el dicho señor mariscal, mandó aparecer ante si a los alcaldes y regidores y recibió de ellos juramento por Dios, por Santa María, por las palabras de los Santos Evangelios y por la señal de la cruz que se pusieron sus manos derechas corporalmente que, como fieles cristianos temiendo a Dios nuestro señor y el de su majestad y por el bien de la comunidad de los vecinos y moradores de la dicha villa y que obedecieran las provisiones y cedulas de su majestad y los mandamientos del dicho señor gobernador don Francisco Pizarro y de sus tenientes y en todo lo harían aquellos que buenos alcaldes y regidores eran obligados en semejantes cargos, los cuales el dicho juramento dijeron si juro y amen y que así lo cumplirán en todo lo a ellos posible, y el dicho señor mariscal los dijo que los daba por recibidos a los dichos oficios en nombre de su majestad y del dicho señor gobernador en su real nombre y, les daba poder cumplido como dicho es en el dicho nombre y lo firmaron de sus nombres testigos Juan de Espinosa, alcalde mayor y el capitán Sebastian de Belalcazar.

Firman; Diego de Tapia, Alonso Hernández, Pedro de Puelles, Pedro Dañasco, Rodrigo Núñez, Juan de Padilla, Diego Martin.

Diego de Almagro

Sebastián de Benalcázar llegó a Quito el 6 de diciembre de 1534 junto a los nuevos pobladores, poco más de 200 personas. El mismo se encargó de delimitar los solares que correspondían a cada uno, así como la ubicación de los edificios públicos. La elección de este lugar para la ubicación de la ciudad, se basó más en razones geoestratégicas que prácticas, debido a su accidentada topografía en una meseta sobre valles.

Quito desde el siglo XVI se convirtió en un importante centro comercial, social y político. Tan solo 7 años después de su fundación, fue el punto de partida para la búsqueda del país de la canela para Francisco de Orellana, quien descubrió y navegó el Amazonas en su impresionante viaje. En el 1563, el rey Felipe II, por la importancia y el desarrollo que había experimentado la ciudad, creó la Real Audiencia de Quito, cuya jurisdicción abarcaba cinco veces más terreno que el actual Ecuador entero.

A día de hoy, San Francisco de Quito tiene una población de casi 1.800.000 habitantes, siendo la ciudad con más ecuatorianos, por delante de Madrid y es una de las ciudades más hermosas de la Hispanidad, con un gran número de edificaciones Patrimonio de la Humanidad.

Sebastián de Belalcázar

En la Villa de San Francisco de la provincia de Quito, a seis días del mes de diciembre, año del nacimiento de Nuestro Salvador Jesucristo de mil quinientos y treinta a cuatro años, el muy noble General de la dicha provincia por el ilustre y muy magnífico señor, el comendador Don Francisco Pizarro, Adelantado gobernador y capitán general de estos reinos de la Nueva Castilla por sus majestades y en presencia de mí, Gonzalo Díaz, escribano de sus majestades y su escribano y notario público de su corte.

El dicho señor capitán dijo que mandaba y manda a mí, el dicho escribano, notifique a los alcaldes y regidores de esta dicha villa que residen en ella y administren en ella, la justicia de su majestad y que hagan de los dichos oficios de alcaldes y regidores, conforme a la fundación y elección que hizo el magnífico señor Don Diego de Almagro mariscal en estos reinos de la Nueva Castilla, por manera que esta dicha villa sea bien regida y la justicia de su majestad en ella administrada so pena de quinientos pesos de oro para la cámara de su majestad, además de las otras penas en derecho establecidas. Y así mismo mando a pregonar públicamente esto por dicha villa, que todos los españoles que se quieran asentar por vecinos quieran venir a asentarse.

Hoy, dicho ante mí el dicho escribano y que él les mandaría señalar solares y límites a la dicha villa.

Testigos Francisco Ruiz, Miguel de Velasco y otros.

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