TERCIOS DE FLANDES

EL ENGENDRO QUE PRETENDIÓ ROMPER EL ASEDIO DE AMBERES

Durante el asedio de las tropas de Felipe II a la ciudad de Amberes en 1585, los rebeldes protestantes debieron sentir envidia de esa gran obra de ingeniería que era el puente de 850 metros de longitud que en tiempo récord habían construido los hombres de Alejandro Farnesio, y para no sentirse menos, decidieron construir el que sería el mayor barco jamás construido para destruir el puente que mantenía el asedio de Amberes. La idea fue del ingeniero italiano Federico Giambelli, que pese a ser católico, por despecho al rey de España había cambiado de bando y cedía ahora su talento y conocimiento a la causa de los protestantes.

“El fin de la guerra”, según un grabado de la época. Fíjese el tamaño en comparación con los barcos que le acosan en los extremos.

El barco construido era enorme, de cuatro mástiles, reforzado con planchas de hierro y con una especie de castillo de base cuadrada en el centro, con capacidad en su interior para un gran número de cañones y 1.000 arcabuceros. En verdad la potencia de fuego que tenía el engendro era proporcional a su descomunal tamaño, ahora quedaba por demostrar sí aquel gigante serviría para destruir las posiciones españolas sobre el puente y las dos fortalezas que había en sus extremos. Tan confiados estaban los herejes en la victoria que bautizaron el invento con el nombre de “El fin de la guerra“. Una vez puesto a navegar semejante mamotreto, quisieron despistar a los Tercios dirigiendo el castillo flotante contra el puente, para desviar la atención de los nuestros, confiando en que toda la artillería y hombres se centraran en el monstruo, para después cambiar la dirección hacia una de las fortalezas que estaban en los extremos del puente. Ni lo uno ni lo otro. Todo quedó en una fantasmada y una humillación, cuando el gigante, debido a su enorme peso, quedó encallado en la inundada campiña y terminó siendo presa de los españoles, quienes lo llamaron “Carantamaula” (una especie de hombre del saco para los niños de la época) ó “Los gastos perdidos“.

El gigante no sirvió para romper el asedio, allí el único gigante que había era España, que terminó entrando en Amberes.

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