LA ESCUELA DE QUITO
Se denomina Escuela de Quito ó Escuela Quiteña al conjunto de manifestaciones artísticas que se desarrolló en la ciudad de Quito (actual Ecuador), durante los siglos XVI, XVII y XVIII. La Escuela Quiteña tuvo un gran prestigio en Hispanoamérica, en España e incluso en Europa, convirtiendo a Quito en una de los grandes centros mundiales de la cultura, especialmente en pintura, escultura y arquitectura. Como fruto del sincretismo cultural y del mestizaje las obras de la Escuela Quiteña se caracterizan por la combinación y adaptación de españoles, indígenas y mestizos y en sus etapas refleja todos los estilos imperantes en cada época
Todo comenzó casi al mismo tiempo que la fundación de la ciudad en 1534 por Sebastián de Belalcázar. La necesidad de construcción de la propia ciudad y enseñar a leer y escribir a indígenas y mestizos el uso de arados y otras herramientas, hizo que el profesor Juan Griego comenzase esta labor. Las primeras clases se centraron en enseñar a leer, escribir, el uso de semillas y arados para la agricultura pero también se le dio gran importancia a la enseñanza de la técnica del horneado de ladrillos, imprescindible para la construcción de la ciudad y algo que sirvió para diferenciar a los territorios hispanos de América con las colonias inglesas del norte, cuyas edificaciones eran de madera a diferencia de los templos, edificios públicos y viviendas que se realizaban en los Virreinatos españoles de América.
En 1551 la llegada de los franciscanos Fray Jodoco Ricke (de origen flamenco) y Fray Pedro Gocial dieron un gran empuje a esta humilde escuela y gracias a las enseñanzas del horneado de ladrillos, se construye la Escuela de Artes y Oficios San Juan Evangelista. Años más tarde, en 1565, mediante la petición del Virrey de Perú, Andrés Hurtado de Mendoza, el rey Felipe II dictó la Cedula Real por la cual se le otorgó a esta escuela de Artes y Oficios el titulo de Colegio de Patronazgo Real por lo que quedaba bajo financiación directa del rey y de preferencia para indígenas y mestizos. Pasó a llamarse San Andrés
La primera gran obra arquitectónica de la Escuela Quiteña digna de mención fue, la Iglesia y Convento de San Francisco, un espectacular conjunto arquitectónico que es el más grande de todos los que se construyeron en Hispanoamérica, con un volumen de 40.000 metros cuadrados, es llamado El Escorial de América y reúne en su interior más de 3.500 obras de arte y una biblioteca que fue la más grande del continente. Su construcción comenzó en 1535 inicialmente como Basílica y fue ampliándose hasta el año 1650, pese a las adversidades que provocaron distintos terremotos.
Derivada de la arquitectura, la escultura surgió como necesidad de adornar las iglesias y otros edificios por lo que pronto comenzaron a destacar artistas como; Jorge de La Cruz, Francisco Morocho, Diego de Robles, José Olmos “Pampite“, Bernardo de Lagarda, Gaspar de Zangurima y Manuel Chili, conocido como Caspicara de quien el rey Carlos III dijo:
“No me preocupa que Italia tenga a Miguel Ángel, en mis provincias de América yo tengo al maestro Caspicara“
Una de sus características comunes es su técnica de encarnado (como se llama en pintura a la simulación del color de la carne del cuerpo humano) que da una apariencia más natural a la piel del rostro de las esculturas.
Paralelamente a la arquitectura y la escultura, la pintura también tuvo su auge. Al principio en libros musicales pero en el siglo XVII ya vivió su época más brillante y es, posiblemente, la disciplina artística que más fama mundial ha dado a la Escuela de Quito ó Escuela Quiteña. La pintura Quiteña se caracterizó por el uso de una paleta de colores ocre y colores fríos más cercana a la europea, utiliza grandes espacios abiertos y trabaja la figura humana en perspectiva lineal. Además de las obras de arte sacro, también goza de importancia la pintura social, como muestra de la diversidad racial que compone la Hispanidad.
Además de sus obras de perfecta proporción anatómica, otro mérito de la Escuela Quiteña fue el descubrimiento de nuevos pigmentos, los ocres oscuros se conseguían a partir de huesos de animales, los ocres bermellones del ataco y achiote y colores más fuertes eran obtenidos de insectos como la cochinilla.
Los pintores más famosos de la Escuela Quiteña son; Luis de Ribera, Hernando de la Cruz, Miguel de Santiago, Nicolás Javier Goribar, Manuel de Samaniego, Vicente Albán y José Cortés de Alcocer entre otros muchos. mención aparte merecen dos artistas femeninas en este área, Isabel de Santiago (1660-1714) y María Estefanía Dávalos y Maldonado (1720-1801), la primera nacida en Quito y la segunda en Chimborazo.
Con la secesión de España, la Escuela de Quito llegó a su fin. La guerra civil y la posterior balcanización de Hispanoamérica, llevó la desestabilización política, social, económica y por ende cultural durante décadas, por lo que la mayoría de sus miembros retornó a sus lugares de origen, ahora convertidos en nuevos países y Quito perdió el referente cultural que durante tres siglos había sido. Afortunadamente nos queda su incalculable legado que convirtió a Quito en ser nombrada la primera ciudad del mundo como Patrimonio de La Humanidad y un gran ejemplo para la Hispanidad.