CIENCIA

DIEGO MARÍN; EL ESPAÑOL QUE VOLÓ EN 1793

Diego Marín Aguilera era hijo de un pequeño agricultor y ganadero de Coruña del Conde, Burgos, nacido en 1757 con una inteligencia por encima de la media común y sin haber recibido ninguna educación de nivel medio ó alto pero dotado de un ingenio asombroso. Inventó diversos artefactos para facilitar la vida cotidiana, como artilugios para mejorar los molinos de viento y agua y un aserradero para mármoles de una cantera cercana a su pueblo.

Los inventos de Diego eran cada vez más complejos y poco a poco fue subiendo el listón de sus inquietudes hasta que en 1787, habiendo llegado a los treinta años, se propuso el reto de crear una máquina capaz de hacerle volar. Comenzó a observar y estudiar el vuelo de las águilas y el movimiento de las alas y con la inestimable ayuda del herrero del pueblo construyó una máquina voladora similar a la diseñada por Leonardo Da Vinci, un trabajo que les llevó a ambos seis años.

Diego Marín en su aparato volador

Con la máquina terminada, la noche del 15 de mayo de 1793 llevaron el artefacto a la peña más alta en el castillo de Coruña del Conde, se montó y antes de lanzarse le dijo al herrero:

“Voy a Burgo de Osma, de allí a Soria y volveré pasados unos días”

Lo más sorprendente de todo es que no llegó a Burgo de Osma pero si consiguió planear durante 360 metros hasta que se rompió uno de los pernos que movían las alas por lo que se vio obligado a tomar tierra, algo que consiguió sin el menor rasguño pese a lo básico del aparato. Al día siguiente, al enterarse el resto de habitantes del pueblo de lo sucedido, tomaron la drástica medida de quemar el artilugio para evitar males mayores pues creían que el afán inventor de Diego había sobrepasado los limites de lo racional y temían que otro intento terminara en un trágico accidente, de manera que el aparato fue incendiado por las gentes del pueblo. No hay constancia que volviera a hacer algún intento más por volar y hay quienes aseguran que entró en una profunda depresión por ello que le llevó a la muerte en el invierno de 1799.

Aunque la historia puede parecer rocambolesca, el vuelo de Diego Marín ha sido reconocido por todos los organismos internacionales de la aeronáutica como el primer vuelo humano, después de varios siglos de olvido ya que hasta ahora era un honor concedido al francés André-Jacques Garnerin al saltar en un paracaídas desde un aerostato el 22 de Octubre de 1797.

Hoy en día un instituto de enseñanza secundaria en Burgos lleva su nombre y en el Museo del Aire en Madrid, hay una maqueta representando a Diego Marín volando en su máquina. Por supuesto que además es el personaje más famoso de su pueblo, en cuyo lugar desde donde se lanzó al vuelo, el Ministerio del Aire colocó un avión moderno como homenaje.

 

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